Al centro, mi prima Mirta Guerra, rodeada de su madre Hortensia (mi madrina) y su hija Milaidy. mig, 1979, Cárdenas, Cuba.
Por Magdalena I. García
Hoy damos un último adiós a una querida
prima
quien le hizo honor a su nombre: Mirta,
que en griego significa corona bella.
A las Mirtas se les atribuye una serie
de virtudes:
naturaleza
emotiva, actitud condescendiente,
trato
amable y disposición adaptable.
Son suaves, cordiales,
dulces, leales,
amantes de
la armonía y de espíritu generoso.
Todo eso y más encarnó mi prima calladamente
en seis décadas de vida que pasaron mayormente
en seis décadas de vida que pasaron mayormente
al servicio de múltiples seres queridos:
una hija, dos nietos y sus padres envejecidos.
Hoy damos un último adiós a una querida
prima
que no le hizo honor a su apellido: Guerra,
porque fue una mujer de concordia y paz.
Adiós, Mirta Guerra, Corona Bella,
y a ti que en vida coronaste de favores
a tus familiares y, sobre todo, a los
desvalidos,
Dios te concede hoy la corona de la vida
eterna,
porque tu gran cariño y tu noble ejemplo
reinarán por siempre en nuestros
corazones.
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