A reflection/confession based on Acts 1:1-11
Blue sky, puffy clouds, and a bird gets away on a tropical sunset at my
aunt Irma’s farm, in Southwest Miami. / Cielo azul, nubes esponjosas y un
ave que se aleja en un atardecer tropical en la finca de mi tía Irma, en el
suroeste de Miami. mig
By Magdalena I. García
Eyes squinted, studying the sky,
hands raised, sheltering the brow,
mouth open, expressing bewilderment,
the disciples stood stunned,
gazing up,
mesmerized by the celestial,
disconnected from the terrestrial.
Until a voice breaks through the fog
and reminds them that their calling
is not to engage in cloud watching.
Eyes squinted, studying the sky,
hands raised, sheltering the brow,
mouth open, expressing bewilderment,
we often stand stunned,
gazing up,
mesmerized by the celestial,
disconnected from the terrestrial.
Until a voice breaks through the fog
and reminds us that our calling
is not to engage in cloud watching.
Forgive us, Descended Jesus,
for living our life and our faith
captivated by an upward vision,
disinterested in a downward engagement.
Forgive us, Incarnate Christ,
for living our life and our faith
consumed by the journey to heaven,
indifferent to the pilgrimage on earth.
Allow us, Manifested Deity,
to clearly hear your voice
in Scripture and in our hearts
breaking through the fog
of our egocentric and apathetic lives,
and reminding us that our calling,
based on your humble and devoted example,
is to engage in people watching.
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“Mirando las nubes”
Una reflexión/confesión basada en Hechos 1:1-11
Por
Magdalena I. García
Ojos
entrecerrados, estudiando el cielo,
manos
levantadas, protegiendo la frente,
boca
abierta, expresando desconcierto,
los
discípulos estaban pasmados,
mirando
hacia arriba,
fascinados
por lo celestial,
desconectados de lo terrenal.
Hasta que
una voz traspasa la bruma
y les
recuerda que su llamado
no consiste
en pasarse mirando las nubes.
Ojos
entrecerrados, estudiando el cielo,
manos
levantadas, protegiendo la frente,
boca
abierta, expresando desconcierto,
nosotros a
menudo estamos pasmados,
mirando
hacia arriba,
fascinados
por lo celestial,
desconectados
de lo terrenal.
Hasta que
una voz traspasa la bruma
y nos
recuerda que nuestro llamado
no consiste
en pasarnos mirando las nubes.
Perdónanos,
Jesús Descendido,
por vivir
nuestra vida y nuestra fe
cautivados
por una visión ascendente,
desinteresados
en un compromiso descendente.
Perdónanos, Cristo Encarnado,
por vivir
nuestra vida y nuestra fe
consumidos
por el viaje al cielo,
indiferentes
al peregrinaje en la tierra.
Permítenos,
Deidad Manifestada,
oír claramente
tu voz
en las
Escrituras y nuestros corazones
traspasando
la bruma
de nuestras
vidas egocéntricas y apáticas,
y
recordándonos que nuestro llamado,
basado en
tu humilde y devoto ejemplo,
consiste en
dedicarnos a velar por tu pueblo.
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