Published on 6/20/2017 by Presbyterians Today magazine blog: One Church, Many Voices
by Magdalena I. García
A finch enjoys the safety of a nest in an aviary at Presence Resurrection
Retirement Community, in Chicago. / Un pinzón disfruta de la seguridad de un
nido en una pajarera de la Comunidad para Jubilados Presence Resurrection, en
Chicago.
‘Are not two sparrows sold for a penny? Yet not one of them will fall to the ground apart from your Father.’ – Matthew 10:29
Read the full lectionary passages here
They wake us up each morning
singing praises outside our windows,
building nests in our bushes,
feeding on our scraps,
chasing us away from their young,
as a living testimony
of what it means to care for creation
and to live with one’s eye
fixated on the sparrow.
We sleep soundly most mornings
oblivious to the many creatures who survive
moaning outside our car window,
improvising shelters in our public spaces,
feasting on our wasted food,
following us down the road with an extended hand,
as a living reminder
of what it means to disregard creation
and to live with one’s eye
turned away from the sparrow.
God of Small Things,
forgive us for neglecting
the defenseless creatures
in our midst.
God of the Sparrow,
give us eyes to see
all the vulnerable creatures
in our midst.
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“Con la mirada en el gorrión”
Un recurso para la liturgia dominical del 25 de junio
Publicado el 6/20/2017 por el blog de la revista Presbyterians Today: One Church, Many Voices
por Magdalena I. García
‘¿Acaso no se venden dos pajarillos por unas cuantas monedas? Aun así, ni uno de ellos cae a tierra sin que el Padre de ustedes lo permita’. – Mateo 10:29
Lea el pasaje aquí: Mateo 10:24-39
Nos despiertan cada mañana
entonando alabanzas afuera de nuestras ventanas,
construyendo nidos en nuestros arbustos,
alimentándose con nuestras sobras,
ahuyentándonos de sus crías,
como un testimonio viviente
de lo que significa cuidar de la creación
y vivir con la mirada
fija en el gorrión.
Dormimos profundamente muchas mañanas
ajenos a las muchas criaturas que sobreviven
quejándose afuera de la ventana de nuestro auto,
improvisando albergues en nuestros espacios públicos,
festejando con nuestros desperdicios de comida,
siguiéndonos calle abajo con la mano extendida,
como un recordatorio viviente
de lo que significa descuidar la creación
y vivir con la mirada
apartada del gorrión.
Dios de las Cosas Pequeñas,
perdónanos por descuidar
a las criaturas indefensas
en medio nuestro.
Dios del Gorrión,
danos ojos para ver
a todas las criaturas vulnerables
en medio nuestro.
© Magdalena I. García
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