Friday, December 2, 2016

“Una isla, una tierra, un pueblo”

Reflexiones tras la muerte de Fidel Castro

Imagen de satélite de la internet.

Por Magdalena I. García

Hace una semana que murió Fidel Castro, y hoy quizás más que nunca antes tengo algo muy claro: Cuba es una isla fragmentada. Cuando yo iba a la escuela nos enseñaban que Cuba tenía seis provincias; luego la revolución subdividió algunas, de modo que ahora son oficialmente 15. Pero ni una cosa ni la otra es cierta. En la práctica, Cuba es un país con dos provincias: los que están a favor y los que están en contra. Y el tema de Cuba es tan explosivo y divisivo que si sigo comentando sobre la realidad isleña me voy a quedar sin “amistades” en Facebook, en la iglesia y hasta en mi familia.

POR UN LADO, los izquierdistas disfrazados de activistas sociales y defensores de los derechos humanos insisten en cantar SÓLO LAS GLORIAS de la revolución cubana, desoyendo y malentendiendo las experiencias de dos millones de cubanos traumatizados en el exilio y las vivencias de once millones de cubanos silenciados en la isla. No admiten que se roce a Fidel ni tan siquiera con un pétalo.

POR OTRO LADO, los derechistas disfrazados de promotores de la democracia y defensores de la libertad insisten en cantar SÓLO LOS DESASTRES de la revolución cubana, desoyendo y malentendiendo las experiencias de millones en América Latina y el mundo que se han beneficiado de las obras sociales de la revolución cubana. No admiten que se le reste a Fidel ni tan siquiera una espina.

Yo trato de hacer balance, de ver lo bueno y lo malo, cambiando la estrechez del uniforme patrio por la amplitud de la vestimenta humana, invitando a la reflexión y al diálogo. Y es triste decirlo, pero hallo muy pocas personas dispuestas a hacer este tipo de ejercicio, incluso dentro de la iglesia, de modo que con frecuencia tan sólo cosecho, como dice el refrán castizo, “palos porque bogo y palos porque no bogo”.

Oremos por el pueblo de fe, porque se levante una iglesia verdaderamente cristiana, que no sea ni izquierdista ni derechista, sino evangelista en el buen sentido de la palabra; es decir, apasionada por llevar la buena nueva del amor de Dios a toda la humanidad.

Y oremos por el pueblo cubano, porque se apaguen las voces marcianas y se levanten voces verdaderamente martianas, porque cesen los distanciamientos y surjan nuevos hermanamientos, porque se haga posible, después de seis décadas de separación y destrucción, el camino de la reconciliación y la reconstrucción.

Oremos porque podamos ser, de una vez por todas, una isla, una tierra, un pueblo.

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1 comment:

  1. Patricia Torres ChávezDecember 2, 2016 at 3:58 PM

    Qué bien tía Magdalena, nosotros que hemos conocido algunos tipos de cubanos: los del exilio, los viejos amantes a Fidel y los jóvenes que dicen para qué estudiar si sé que tengo que quedarme en la Isla y ganar $20.00?. TODO LO TENEMOS CLARO. Admiramos a todos como personas y hemos aprendido a quererlos como son.

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