Tuesday, July 19, 2011

“Procuren los dones mejores”

Por Magdalena I. García

Sermón predicado en el Encuentro Regional de Mujeres Hispanas Latinas Presbiterianas en el Sínodo del Sur de California y Hawaii, el 16 de julio de 2011, en la Universidad Chapman, en Orange, California.

Lecturas de las Escrituras

Salmo 133 - Dios Habla Hoy (DHH)
1 ¡Vean qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!
2 Es como el buen perfume que corre por la cabeza de los sacerdotes
y baja por su barba hasta el cuello de su ropaje.
3 Es como el rocío del monte Hermón, que cae sobre los montes de Sión.
Allí es donde el Señor envía la bendición de una larga vida.


1 Corintios 12:12-31 - Dios Habla Hoy (DHH)
12 El cuerpo humano, aunque está formado por muchos miembros, es un solo cuerpo. Así también Cristo. 13 Y de la misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu.

14 Un cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. 15 Si el pie dijera: "Como no soy mano, no soy del cuerpo", no por eso dejaría de ser del cuerpo. 16 Y si la oreja dijera: "Como no soy ojo, no soy del cuerpo", no por eso dejaría de ser del cuerpo. 17 Si todo el cuerpo fuera ojo, no podríamos oir. Y si todo el cuerpo fuera oído, no podríamos oler. 18 Pero Dios ha puesto cada miembro del cuerpo en el sitio que mejor le pareció. 19 Si todo fuera un solo miembro, no habría cuerpo. 20 Lo cierto es que, aunque son muchos los miembros, el cuerpo solo es uno.

21 El ojo no puede decirle a la mano: "No te necesito"; ni la cabeza puede decirles a los pies: "No los necesito." 22 Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los que más se necesitan; 23 y los miembros del cuerpo que menos estimamos, son los que vestimos con más cuidado. Y los miembros que consideramos menos presentables, son los que tratamos con más modestia, 24 lo cual no es necesario hacer con los miembros más presentables. Dios arregló el cuerpo de tal manera que los miembros menos estimados reciban más honor, 25 para que no haya desunión en el cuerpo, sino que cada miembro del cuerpo se preocupe por los otros. 26 Si un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren también; y si un miembro recibe atención especial, todos los demás comparten su alegría.

27 Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con su función particular. 28 Dios ha querido que en la iglesia haya, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego personas que hacen milagros, y otras que curan enfermos, o que ayudan, o que dirigen, o que hablan en lenguas. 29 No todos son apóstoles, ni todos son profetas. No todos son maestros, ni todos hacen milagros, 30 ni todos tienen poder para curar enfermos. Tampoco todos hablan en lenguas, ni todos saben interpretarlas. 31 Ustedes deben ambicionar los mejores dones.


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INTRODUCCIÓN: IMÁGENES DE LA IGLESIA

Si yo le pido que describa su Iglesia, ¿qué diría usted?
Yo diría, por ejemplo…
“Es un edificio de piedra blanca, con una torre sin campanario,
con santuario y dos capilla, con cocina y comedor,
con gimnasio y sala de estar, con muchos salones de clase,
con un órgano muy fino y pianos por todas partes…”
“Somos el templo con la huerta orgánica,
donde colaboran miembros y vecino…”
“Somos la iglesia a la que acuden inmigrantes con atuendo típico
cargando cuadernos y libros de inglés como segundo idioma…”
“Somos creyentes de distintas razas, nacionalidades e idiomas,
que nos reunimos para orar, adorar, aprender y compartir…”
“Somos una comunidad de gente alegre y conversadora,
generosa y servicial, con virtudes y defectos como cualquier familia…”

En el Nuevo Testamento, la Iglesia se describe de diversas formas.
Los eruditos bíblicos han hallado en las páginas de la Biblia
hasta 96 metáforas o imágenes para describir la Iglesia.

Algunas de las más familiares son...
la familia o la casa de Dios,
el pueblo de Dios,
la novia de Cristo,
la comunión del Espíritu Santo,
la vid y los pámpanos,
el pastor y las ovejas…
Pero la imagen que predomina en el Nuevo Testamento
es la de la iglesia como el cuerpo de Cristo.
Y en el pasaje de 1ra de Corintios que leímos hoy
Pablo resalta tres aspectos del cuerpo de Cristo:
1)la unidad,
2)la diversidad, y
3)la interdependencia.

Consideremos brevemente estos tres aspectos del cuerpo de Cristo.

LA UNIDAD DEL CUERPO DE CRISTO

Lo primero que Pablo nos dice acerca del cuerpo de Cristo
tiene que ver con la unidad del mismo.

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros,
pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos,
son un solo cuerpo, así también Cristo.
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo,
sean judíos o griegos, sean esclavos o libres;
y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”.
(1 Cor. 12:12-13)


Pablo comienza explicándonos que la Iglesia es un cuerpo.
La Iglesia es un colectivo, una entidad y un organismo
a pesar de todas las diferencias reales o aparentes,
sean éstas raciales, religiosas, sociales o culturales.
Y Pablo enfatiza que el cuerpo humano,
a pesar de que tiene diferentes partes individuales,
consta de una unidad esencial.

Pablo explica, además, cuál es la base de nuestra unidad.
Hemos sido unidos por el Espíritu de Dios
en un solo cuerpo espiritual.
Nuestra unidad no se debe a nuestro esfuerzo ni a nuestros méritos.
Estamos unidas y unidos en el Cuerpo de Cristo
con un lazo inquebrantable
por la voluntad y el poder de Dios.

La imagen del cuerpo nos ayuda a entender perfectamente
la diferencia entre unidad y uniformidad.
La meta no es la uniformidad, sino la unidad.
“Somos uno en Cristo”, como dice el corito,
a pesar de nuestras diferencias y de nuestra voluntad,
porque Dios en Cristo nos unifica.

LA DIVERSIDAD DEL CUERPO DE CRISTO

Pablo continúa su descripción de la Iglesia,
diciéndonos que aunque el cuerpo es uno
no por eso consiste de un solo miembro.
Por el contrario, el cuerpo tiene muchos miembros
y todos son distintos.
Sin embargo, todas las partes son necesarias,
incluso las más pequeñas.

Considere lo difícil que resulta valerse
sin el sentido de la vista o con un solo pie.
Piensen en personas que han perdido el uso de estos órganos
aunque sea temporalmente.
Y lo mismo sucede con el Cuerpo de Cristo.
La Iglesia NO marcha bien si todas esas distintas partes
no cumplen con su función.
El Cuerpo de Cristo, al igual que el cuerpo humano,
es un magnífico ejemplo de unidad
en medio de la diversidad.

Para realizar la obra que Dios nos ha encomendado
hacen falta todos los miembros del cuerpo de Cristo
No podemos prescindir de nadie;
ni debemos anhelar que nadie se vaya.
No se vale orar diciendo, “Padre, ilumínalos o elimínalos”.
Esa manera de pensar es un rechazo
a la diversidad que Dios creó.
Esa actitud intolerante genera prejuicios
que lastiman y dividen al cuerpo de Cristo.

Estamos llamadas a celebrar nuestra unidad
en medio de la diversidad.
Desde luego que no somos iguales ni pensamos igual,
no tenemos los mismos dones ni las mismas experiencias,
pero eso no importa.
Como dice otro cántico que entonamos con frecuencia,
“hay un lugar para todos en la familia de Dios...”
Ése es uno de los rasgos distintivos de la Iglesia de Jesucristo
y en lugar de restringirlo o suprimirlo
debemos recordarlo y celebrarlo.

LA INTERDEPENDENCIA DEL CUERPO DE CRISTO

Finalmente, Pablo extiende su comparación del cuerpo de Cristo
con la imagen del cuerpo humano
enfatizando el principio de la interdependencia mutua.
Del mismo modo que los órganos del cuerpo humano
se necesitan unos a otros,
así también los miembros de la Iglesia, el cuerpo de Cristo,
con sus variados dones y llamados
se necesitan mutuamente.

En los versículos 21 al 23, Pablo dice:
“Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro”.

El punto que Pablo quiere ilustrar es la naturaleza
interdependendiente del cuerpo de Cristo.
Aunque las partes sean diferentes
y desempeñen funciones diferentes,
están diseñadas para complementarse,
para trabajar juntas y en armonía.

Y nuestra efectividad, nuestra salud y nuestra vitalidad como iglesia
dependen de que todas las distintas partes del cuerpo
se acoplen y funcionen como una unidad.

Así como el nuevo Equipo Coordinador tiene varios miembros,
pero ninguna de ellas por sí sola es el Equipo,
así mismo sucede con la Iglesia, el cuerpo de Cristo:
somos interdependientes
y por sí solas no somos la iglesia.

CONCLUSIÓN: RETOS CONTEMPORÁNEOS

En la Iglesia de Corinto había divisiones
porque algunos habían llegado a creer
que unos dones eran más importantes que otros,
y, por ende, valoraban más a unos miembros que a otros.
Por eso Pablo al escribirles insiste
en la unidad, la diversidad y la interdependencia
del Cuerpo de Cristo.
Si Pablo le estuviese escribiendo a nuestra iglesia,
o a nuestra denominación, ¿qué vería?
¿una iglesia unida o una iglesia dividida?

Siempre sobran motivos para separarnos
y este año no ha sido la excepción.
La Asamblea General de nuestra denominación
el verano pasado tomó tres acciones históricas
que fueron remitidas a los presbiterios para ratificación.
Y desde el otoño pasado, presbiterios de todo el país y Puerto Rico
emitieron sus votos sobre esas tres enmiendas:

1) La Enmienda 10-A: una acción que exige sometimiento al señorío de Cristo como condición única y suficiente para la ordenación (de diáconos y diaconisas, ancianos y ancianas, y ministros y ministras) y elimina la cláusula sobre “castidad en la soltería y fidelidad en el matrimonio entre un hombre y una mujer” que se aplicaba desde hace décadas exclusiva e injustamente contra los miembros homosexuales.

2) La Nueva Forma de Gobierno: una acción que agiliza muchos de nuestros procesos y da mayor libertad a los presbiterios para actuar y ejercer sus ministerios.

3) La Confesión de Belhar: una acción que intentaba añadir al Libro de Confesiones una confesión de fe que fue redactada en Sud África en respuesta al racismo y el apartheid.

La Enmienda 10-A fue aprobada y también la Nueva Forma de Gobierno.
Ambas medidas ya entraron en vigor.
Sin embargo, la Confesión de Belhar
no obtuvo los votos requeridos
(dos tercios en vez de mayoría simple)
para sumarse al Libro de Confesiones.

De más está decirles que la consideración de estos temas
ha generado mucha polémica y ha creado divisiones en la iglesia.
Y, desde luego, también ha creado tensiones
dentro de los ministerios hispanos.

A mí me alegra mucho que se haya aprobado
la Enmienda 10-A,
que hace justicia a todos los miembros
que desean y merecen ser ordenados/as.
Y me alegra mucho que se haya aprobado
la Nueva Forma de Gobierno,
que permitirá a los presbiterios
funcionar con más autonomía y agilidad.
Y me entristece mucho que no se haya aprobado
la Confesión de Belhar,
que hubiese reafirmado nuestra lucha contra el racismo
y realzado la dignidad de la gente de color.

Sin embargo, no estoy aquí para hacer alardes de mi postura
ni para convencerles de nada.
Pero sí estoy aquí para decirles que quizás el gran regalo
que nosotros como pueblo hispano/latino
podemos dar a esta denominación tan fragmentada
sea nuestra unidad en medio de la diversidad,
y nuestra interdependencia en medio de la divergencia.
Nosotros, el pueblo hispano/latino,
que somos producto de las fusiones y del mestizaje,
somos testigos de que el cuerpo
sobrevive, se regenera y se fortalece
sólo en la medida en que honra
su unidad, su diversidad y su interdependencia.

¡Qué Dios nos ayude
a preservar la unidad del Cuerpo de Cristo!
¡Qué Cristo nos enseñe
a respetar la diversidad del Cuerpo de Cristo!
¡Qué el Espíritu nos guíe
para fortalecer la interdependencia del Cuerpo de Cristo!

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