Friday, June 19, 2020

“God who hears” / “Dios que oyes”

A reflection and prayer based on Genesis 21:8-21
 

Two caterpillars sharing a parsley leaf are a symbol of family dynamics / Dos orugas que comparten una hoja de perejil son un símbolo de las dinámicas familiares

by Magdalena I. García

She was used and abused,
that slave woman named Hagar,
the one who was forced to flee
and coerced into service,
but God was with that woman.

And God is still with every woman who is
used as sexual object by the culture
and as commodity by the privileged;
abused by domestic partners
and systemic forces;
forced to flee from gender persecution
and lack of freedom;
coerced into service by human desperation
and financial exploitation.
Are we with her?

He was overlooked and disdained,
that surrogate boy named Ishmael,
the one who was cast out
and denied a place at home,
but God was with that youth.

And God is still with every man who is
overlooked by economic disparity
and legal segregation;
disdained due to racial profiling
and ethnic criminalization;
cast out by mass incarceration
and collective deportation;
denied opportunity due to character assassination
and blatant discrimination.
Are we with him?

God who hears the cries
of the used and the abused,
give us ears to hear
the claims and complaints
of all women and men
who are enslaved and crucified
by evil forces and unjust circumstances
from which we benefit.

God who hears the cries
of the overlooked and the disdained,
give us ears to hear
the teachings and warnings
of your law and prophets
which are freeing and life-giving,
and may we honor them through love of neighbor,
moral budgets and equitable governments
by which all your children
can breathe and prosper.


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“Dios que oyes”


Una reflexión y oración basada en Génesis 21:8-21

por Magdalena I. García

Ella fue usada y abusada,
esa mujer esclava llamada Agar,
la que fue forzada a huir
y obligada a servir,
pero Dios estuvo con esa mujer.

Y Dios todavía está con cada mujer que es
usada como objeto sexual por la cultura
y mercancía por los privilegiados;
abusada por parejas domésticas
fuerzas sistémicas;
forzada a huir por la persecución de género
y la falta de libertad;
obligada a servir por la desesperación humana
y la explotación financiera.
¿Estamos con ella?

Él fue ignorado y despreciado,
ese hijo sustituto llamado Ismael,
el que fue expulsado
y denegado un lugar en casa,
pero Dios estuvo con ese joven.

Y Dios todavía está con cada hombre que es
ignorado por la disparidad económica
y la segregación legal;
despreciado por la categorización racial
y la criminalización étnica;
expulsado por el encarcelamiento masivo
y la deportación colectiva;
denegado oportunidad debido a la difamación
y la flagrante discriminación.
¿Estamos con él?

Dios que oyes los gritos
de las usadas y los abusados,
danos oídos para oír
los reclamos y las quejas
de todas las mujeres y los hombres
que están esclavizadas y crucificados
por fuerzas malignas y circunstancias injustas
de las cuales nosotros y nosotras nos beneficiamos.

Dios que oyes los gritos
de las ignoradas y los despreciados,
danos oídos para oír
las enseñanzas y las advertencias
de tu ley y los profetas
que son liberadoras y vivificantes,
y concede que las honremos con el amor al prójimo,
presupuestos morales y gobiernos equitativos
por medio de los cuales todos tus hijos e hijas
puedan respirar y prosperar.


© Magdalena I. García


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