por Magdalena I. García
Ofrenda floral y líquida en la tumba de mi padre, en el cementerio Montrose, en Chicago.
Parece que no estás aquí,
más como ahí te enterramos,
volvemos a cada rato
a ver si sacas la mano.
También te hemos buscado
en el patio y el callejón,
pero dicen los chatarreros
que ya no les vendes latón.
En los cuartos de la casa
tampoco te hemos hallado,
ni en tu sillón favorito
mirando “Caso cerrado”.
Revisamos el garaje,
tu refugio atiborrrado,
entre escobas y bastones
tu sombra no se ha asomado.
En la mesa falta un plato,
no estás tú en la cabecera,
y tu porción de frijoles
se ha quedado en la caldera.
Te seguimos esperando,
padre amado, cada día,
y para animarte a volver
traje una cerveza fría.
20 de octubre de 2017
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