Wednesday, August 5, 2015

“God grieves” / “Dios se entristece”


A reflection and confession based on Ephesians 4:25–5:2


Bleeding hearts blooming in the spring. mig 
Lamprocapnos florecido en primavera. mig

by Magdalena I. García

And do not grieve the Holy Spirit of God, with which you were marked with a seal for the day of redemption. —Ephesians 4:30

He was embarrassed,
so he could not anticipate
where teasing about being different
was going to lead.
Now his former peers
have become his tormentors
and every time he is bullied,
God grieves.

She was enamored,
so she could not foresee
where that obsessive control
was going to lead.
Now her prince charming
has become her jailer
and every time he hits her,
God grieves.

He was undocumented,
so he could not impede
where a simple job offer
was going to lead.
Now an immigration officer
has become his custodian
and every time there is a raid,
God grieves.

She was recruited
so she could not choose
where the next venture
was going to lead.
Now her cunning agent
has become her dealer
and every time she is trafficked
God grieves.

He was unarmed,
so he could not imagine
where a walk to the store
was going to lead.
Now a public servant
has become his enemy
and every time there is a shooting,
God grieves.

Forgive us, Disheartened God,
for causing you so much grief;
teach us to live as your beloved,
in kindness, forgiveness and peace.

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“Dios se entristece”


Una reflexión y confesión basada en Efesios 4:25–5:2 

Publicada originalmente el 8/4/15 por el blog de la revista Presbyterians Today: Reimagining the church

por Magdalena I. García

No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, con el cual ustedes fueron sellados para el día de la redención. —Efesios 4:30

Él estaba avergonzado,
así que no pudo anticipar,
adonde las bromas sobre ser diferente
lo llevarían a parar.
Ahora sus antiguos compañeros
se han convertido en sus verdugos
y cada vez que él es acosado,
Dios se entristece.

Ella estaba enamorada,
así que no pudo adivinar
adonde aquel obsesivo control
la llevaría a parar.
Ahora su príncipe azul
se ha convertido en su carcelero
y cada vez que él le pega,
Dios se entristece.

Él era indocumentado,
así que no pudo remediar
adonde una simple oferta de trabajo
lo llevaría a parar.
Ahora un oficial de inmigración
se ha convertido en su guardián
y cada vez que hay una redada,
Dios se entristece.

Ella había sido reclutada,
así que no pudo seleccionar
adonde la próxima aventura
la llevaría a parar.
Ahora su astuto agente
se ha convertido en su tratante
y cada vez que ella es traficada,
Dios se entristece.

Él estaba desarmado,
así que no pudo imaginar
adonde una caminata a la tienda
lo llevaría a parar.
Ahora un siervo público
se ha convertido en su enemigo
y cada vez que hay un tiroteo,
Dios se entristece.

Perdónanos, Dios Descorazonado,
por causarte tanta tristeza;
enséñanos a vivir como tus bienamados/as/es,
con amabilidad, perdón y paz.

© Magdalena I. García

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