Una décima basada en Lucas 1:39-45 y un tributo a las primas como Elizabeth y
María
La autora, a la izquierda, con su prima Marilyn durante la infancia en Cuba
por Magdalena I. García
Qué sería de nuestra vida
sin esas primas cercanas
que nos abrieron ventanas
de afirmación y acogida,
y a pesar de “la salida”[1]
las llevamos en el alma
erguidas como una palma
que nos ofrece cobijo,
nos brinda gran regocijo
y nos devuelve la calma.
© Magdalena I. García
Se concede permiso
para uso litúrgico con crédito a la autora
[1] “La salida” en el argot cubano se refería en los años 60 al momento en que llegaba el permiso para abandonar la isla.
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