Saturday, October 30, 2021

“No me hables de amor al prójimo”

Una reflexión basada en Marcos 12:28-34


Dibujo anónimo que dejaron abandonado en una mesa de trabajo de la escuela dominical.

por Magdalena I. García

No me hables de amor al prójimo
si al hermano que piensa distinto
no estás dispuesto a escuchar.
No me hables de amor al prójimo
si a la hermana que merece respeto
con palabras y hechos vas a difamar.

No me hables de amor al prójimo
si tu conciencia encallecida y tu corazón de piedra
no se conmueven ante el mal.
No me hables de amor al prójimo
si permites que a tu supuesto enemigo
lo acorralen y maltraten como un animal.

No me hables de amor al prójimo
si tienes una lista de gente indeseable
a la cual piensas habría que eliminar.
No me hables de amor al prójimo
si crees que los atropellos y el discrimen
se pueden de algún modo justificar.


No me hables de amor al prójimo
si entre tu comodidad y la miseria ajena
existe una brecha abismal.
No me hables de amor al prójimo
si las desigualdades sistémicas
reduces a un asunto personal.

No me hables de amor al prójimo
si no tienes vocación de servicio
y olvidaste tu voto bautismal.
No me hables de amor al prójimo
si escasea en ti la compasión
pero sobreabunda el discurso doctrinal.

© Magdalena I. García

Sunday, October 24, 2021

“Visión y discipulado”

Una reflexión basada en Marcos 10:46-52

Lista de discípulos en un salón de escuela dominical de la Iglesia Presbiteriana Emanuel, en Cicero, Illinois, en la que podría incluirse a Bartimeo.

por Magdalena I. García

Grita el ciego Bartimeo
al oír que se acerca Jesús,
la multitud se incomoda,
pero él quiere ver la luz.

Grita un hombre empobrecido,
acostumbrado a mendigar,
hoy es su día de suerte
y nadie lo hará callar.

Grita fuerte, a todo pulmón,
con fe, denuedo y euforia,
porque él también es un hijo
del Dios de misericordia.

Jesús lo oye y se detiene,
en su agenda siempre hay lugar
para la gente que anhela
de la miseria escapar.

Conmovido por los gritos
a Bartimeo mandó llamar;
la multitud le obedece,
nadie se atreve a objetar.

Traen al hombre a toda prisa,
lo ayudan, le dan aliento,
y de ese modo han logrado
aliviar su sufrimiento.

Bartimeo se levanta,
el manto deja tirado,
ha dado el primer paso,
comienza el discipulado.

Entonces Jesús demuestra
una gran sensibilidad
al dirigirse al pobre hombre
con respeto y humildad.

“¿Qué quieres que haga por ti?”,
pregunta el rabino Jesús.
Y Bartimeo le responde:
“Que abras mis ojos a la luz”.

Al instante quedó sano,
ya jamás será mendigo;
libre de estigmas sociales,
se ha convertido en testigo.

Con la ceguera del pueblo
no sabemos qué sucedió,
Jesús indirectamente
su indolencia reprendió.

Hay males muy arraigados
difíciles de extirpar,
que carcomen la conciencia
y el buen juicio suelen nublar.

¡Ven, Jesús, obra en mi vida,
yo también anhelo sanar!
Líbrame de la apatía,
capacítame para amar.

© Magdalena I. García


 

“A surplus of silence” / “Sobran silencios”

A reflection based on Mark 10:46-52

Picture of a burning bush in the lobby of Fourth Presbyterian Church, in Chicago. / Cuadro de una zarza ardiendo en el vestíbulo de la Cuarta Iglesia Presbiteriana, en Chicago.

by Magdalena I. García

The sick cry out longing for healing.
The hungry cry out longing for fullness.
The harassed cry out longing for respect.
The abused cry out longing for protection.
The marginalized cry out longing for inclusion.
The oppressed cry out longing for freedom.

They all cry out in desperation
hoping for an answer,
a helping hand, a solution.

And all that shouting is a nuisance
for the powerful and the comfortable,
who subvert the just demands
with ruthless laws
and shameful silence.

But the Bartimaeus of our world
do not cry out in vain
for although there is a surplus of silence
surrounding their suffering,
and relentless measures
to muzzle and defame them,
God hears their cries
and has compassion;
the bushes are still burning
for those who pay attention.

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“Sobran silencios”


Una reflexión basada en Marcos 10:46-52

por Magdalena I. García

Gritan los enfermos anhelando sanidad.
Gritan los hambrientos anhelando saciedad.
Gritan los hostigados anhelando estimación.
Gritan los maltratados anhelando protección.
Gritan los marginados anhelando inclusividad.
Gritan los oprimidos anhelando libertad.

Gritan a coro, con desesperación,
en busca de una respuesta,
una mano amiga, una solución.

Y esa gritería resulta fastidiosa
para los poderosos y los acomodados,
que socavan los reclamos justos
con leyes implacables
y silencios vergonzosos.

Mas no gritan en vano
los Bartimeos de este mundo,
pues aunque sobran silencios
en torno a su sufrimiento,
y medidas despiadadas
para amordazarlos y difamarlos,
Dios oye sus gritos
y tiene compasión;
las zarzas siguen ardiendo
para quienes prestan atención.

© Magdalena I. García

About the picture:
The Burning Bush, 2014. Designed by Lynn Deininger. Stitched by Morgan Simmons. In honor of the musicians who grace the worship of Fourth Church.

Saturday, October 16, 2021

“Un favorcito” / "A little favor"

Una reflexión basada en Mark 10:35-45


Uno de mis vecinos, que es carpintero, nos ayudó a construir una mampara acrílica para los cultos presenciales durante el Covid. / One of my neighbors, who is a carpenter, helped us build an acrylic shield for in-person worship during Covid.


por Magdalena I. García

Un favorcito le pidieron a Jesús
Santiago y Juan,
dos discípulos osados,
más no era poca cosa lo que pretendían:
deseaban ocupar junto al Maestro
puestos privilegiados.

Jesús no vacila
en reprender tal atrevimiento;
y les aclara que han olvidado
el precio que se paga por retar al poder,
algo que estos ingenuos
quizás no han considerado.

Afirman estar dispuestos
a enfrentar lo que sea necesario
para alcanzar su sueño dorado,
sin percatarse que con su petición
han traicionado la comunidad
y la hermandad han pisoteado.

Jesús aprovecha el momento
para impartir una lección
sobre liderazgo y discipulado
y ante todos los presentes
aclara de una vez por todas
lo que en su vida ha demostrado:
el camino de la grandeza
para por la humildad
y por el servicio desinteresado.

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“A little favor”


A reflection based on
Mark 10:35-45

by Magdalena I. García

A little favor Jesus was asked
by brothers James and John,
two ambitious disciples,
but it was no small potatoes they requested:
they wanted places of privilege
right next to the Master.

Quick on his feet,
Jesus scolds their presumption
and reminds them of something
they seem to have forgotten:

speaking truth to power entails risk

and is often a recipe disaster.

But they claim to be ready
to face whatever challenges may arise
in the pursuit of this coveted opportunity,
failing to see how this petition
has angered their close friends
and betrayed their community.

Jesus seized the moment
and taught them another lesson
about leadership and human relations,
discussing the core values
that in his own life and ministry
he has embodied and set in motion:
the path to true greatness
is paved with humility and selfless service,
and cemented with sacrifice and devotion.

© Magdalena I. García

Friday, October 8, 2021

“The cure for sadness” / “La cura para la tristeza”

A reflection based on Mark 10:17-27


Dwelling of a homeless person under the Montrose Ave. stop of the Brown train line, in Chicago / Vivienda de una persona desamparada debajo de la parada de la avenida Montrose en la ruta de trenes Marrón, en Chicago

by Magdalena I. García

The cure for sadness
can’t be bought, is not for sale;
you can’t get it at the mall
nor receive it in the mail.


The cure for sadness
you won’t be able to find
at the 24-hour pharmacy
or in gambling of any kind.

The cure for sadness
requires that you forego
believing earthly possessions
are scarce and lighten woes.

The cure for sadness
Jesus helps us to pursue
by letting go of selfishness,
transforming our world view.

The cure for sadness
is at hand, in any place
where humanity is affirmed
by sharing a common embrace.

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“La cura para la tristeza”


Una reflexión basada en
Marcos 10:17-27

por Magdalena I. García

La cura para la tristeza
no la vamos a encontrar
en la adquisición de bienes
o pedidos de entrega al hogar.

La cura para la tristeza
no la podemos comprar
en la farmacia de turno
ni en los juegos de azar.

La cura para la tristeza
comienza por renunciar
al mito de la escasez
y la tendencia a escatimar.

La cura para la tristeza
Jesús nos ayuda a encontrar
deshaciéndonos del egoísmo
y dejándonos transformar.

La cura para la tristeza

solo se puede hallar

en la humanidad compartida
al convivir y abrazar.

© Magdalena I. García