Published on 10/24/2018 by Presbyterians Today magazine blog: One Church, Many Voices
Edited for this blog, with a new stanza added after the July 11, 2021 anti-government protests in Cuba.
by Magdalena I. García
Jesus stood still and said, ‘Call him here.’ And they called the blind man, saying to him, ‘Take heart; get up, he is calling you.’ – Mark 10:49
Read the full lectionary passage here
A blind beggar sitting by the roadside near Jericho shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
An isolated man who refuses to be ignored shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A poor man yearning for a chance to make a living shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
An uninsured worker unable to afford medical care shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
An unemployed woman who can’t feed her family shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A homeless person living under an urban bridge shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A woman denied access to reproductive health care shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A tenant evicted for reporting domestic violence shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A victim of sexual assault silenced by perpetrators shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A gay youth forced to leave home by his parents shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A lesbian harassed at school and considering suicide shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A transgender person whose identity is threatened with erasure shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
An unarmed black teenager killed by a white police officer shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A football player ostracized for kneeling to protest racial injustice shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A Southerner whose voter registration was frozen or voided shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
An asylum seeker denied due process under international law shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
An immigrant incarcerated in a detention center due to a civil offense shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A migrant child separated from her mother and locked up in a cage shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
[New stanza]
A peaceful protester bullied for demanding “Motherland
and Life” shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A mother distressed by the ill treatment, jailing and exodus of her children shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
A revolutionary generation that demands dialogue, rights and dignity shouts:
“Jesus, Son of David, have mercy on me!”
We can turn our backs,
we can join the critics,
we can refute the victims’ claims,
or we can echo Jesus’ compassion
as we reach out and say:
to join hands and work together
healing and transforming
unjust systems that oppress,
until we usher in a new day
of dignity, equity and prosperity
for every living being upon the Earth.”
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“Ánimo”
Un recurso para la liturgia dominical del 28 de octubre
Publicado el 10/24/2018 por el blog de la revista Presbyterians Today: One Church, Many Voices
Editado para este blog, con una nueva estrofa añadida después de las protestas antigubernamentales del 11 de julio de 2021 en Cuba.
por Magdalena I. García
Jesús se detuvo y mandó que lo llamaran. Los que llamaron al ciego le dijeron: ‘¡Mucho ánimo! ¡Levántate, que Jesús te llama!’ – Marcos 10:45
Lea el pasaje completo aquí
Un mendigo ciego sentado junto al camino de Jericó grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Un hombre aislado que rehúsa ser pasado por alto grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Un hombre pobre que anhela una oportunidad para ganarse la vida grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Un trabajador sanitario que no puede pagar el cuidado médico grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una mujer desempleada que no puede alimentar a su familia grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una persona desamparada que vive debajo de un puente urbano grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una mujer a la que le niegan el acceso a servicios de salud reproductiva grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una inquilina desalojada por reportar la violencia doméstica grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una víctima de asalta sexual silenciada por los perpetradores grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Un joven gay obligado por sus padres a abandonar el hogar grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una lesbiana acosada en la escuela que contempla el suicidio grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una persona transgénero cuya identidad está amenazada de supresión grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Un joven negro desarmado y asesinado por un policía blanco grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Un jugador de fútbol repudiado por arrodillarse para protestar la injusticia racial grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una sureña cuya inscripción de votante fue congelada o anulada grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una solicitante de asilo a la que le niegan el proceso debido bajo la ley internacional grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Un inmigrante encarcelado en un centro de detención a causa de una ofensa civil grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una niña migrante separada de su madre y encerrada en una jaula grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
[Nueva estrofa]
Un manifestante pacífico
hostigado por exigir “Patria y Vida” grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una madre angustiada por el maltrato, encarcelamiento y éxodo de sus hijos grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Una generación revolucionaria que exige diálogo, derechos y dignidad grita:
“Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Podemos dar la espalda,
nos podemos escabullir,
podemos unirnos a los críticos,
podemos refutar el reclamo de las víctimas,
o podemos ser eco de la compasión de Jesús
al comprometernos y decir:
“Mucho ánimo; levántate, Dios nos llama hoy
a unir nuestras manos y trabajar en unión
sanando y transformando
todo sistema injusto que causa opresión,
hasta que iniciemos una nueva era
de dignidad, equidad y prosperidad
para todo ser viviente sobre la tierra”.
© Magdalena I. García
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