Published on 3/1/2018 by Presbyterians Today magazine blog: One Church, Many Voices
by Magdalena I. García
The cross at the Christ of all Nations Chapel, at the Nazareth Retreat Center,
in Grand Paririe, Texas, portrays the Biblical vision for God’s house. / Cruz
de la Capilla del Cristo de Todas las Naciones en el Centro de Retiro Nazaret,
en Grand Prairie, Texas, muestra la visión bíblica de la casa de Dios.
He told those who were selling the doves, “Take these things out of here! Stop making my Father’s house a marketplace!” – John 2:16
Read the full lectionary passage here
When we give handouts
but are unwilling to empower people,
forgive us, Lord of the Whip,
for bringing the marketplace to God’s house
instead of bringing God into the marketplace.
When we dispense blessings
but are hesitant to defend human rights,
forgive us, Lord of the Whip,
for bringing the marketplace to God’s house
instead of bringing God into the marketplace.
When we deplore poverty
but are reluctant to invest resources for the common good,
forgive us, Lord of the Whip,
for bringing the marketplace to God’s house
instead of bringing God into the marketplace.
When we seek power
but are remiss to serve our neighbors,
forgive us, Lord of the Whip,
for bringing the marketplace to God’s house
instead of bringing God into the marketplace.
When we perpetuate myths
but are afraid to speak the truth,
forgive us, Lord of the Whip,
for bringing the marketplace to God’s house
instead of bringing God into the marketplace.
%%%
“¿De quién es la casa?”
Un recurso para la liturgia dominical del 4 de marzo
Publicado el 3/1/2018 por el blog de la revista Presbyterians Today: One Church, Many Voices
por Magdalena I. García
Y dijo a los que vendían palomas: “Saquen esto de aquí, y no conviertan la casa de mi Padre en un mercado”. – Juan 2:16
Lea el pasaje completo aquí
Cuando damos limosnas
pero rehusamos empoderar a la gente,
perdónanos, Señor del Látigo,
por traer el mercado a la casa de Dios
en vez de llevar a Dios al mercado.
Cuando dispensamos bendiciones
pero vacilamos al defender los derechos humanos,
perdónanos, Señor del Látigo,
por traer el mercado a la casa de Dios
en vez de llevar a Dios al mercado.
Cuando deploramos la pobreza
pero somos reacios a invertir recursos para el bien común,
perdónanos, Señor del Látigo,
por traer el mercado a la casa de Dios
en vez de llevar a Dios al mercado.
Cuando procuramos el poder
pero fallamos en servir a nuestro prójimo,
perdónanos, Señor del Látigo,
por traer el mercado a la casa de Dios
en vez de llevar a Dios al mercado.
Cuando perpetuamos los mitos
pero sentimos miedo de decir la verdad,
perdónanos, Señor del Látigo,
por traer el mercado a la casa de Dios
en vez de llevar a Dios al mercado.
© Magdalena I. García
No comments:
Post a Comment