“Pero
Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: «Levántense; no tengan miedo”. –
Mateo 17:7
por
Magdalena I. García
Atardecer en las nubes, mientras que el avión descendía en Chicago al regreso del Encuentro VIII. mig
“¡Qué
bueno es para nosotras estar aquí!”,
dijeron
las mujeres
mientras
a Dallas-Fort Worth llegaban
y en
la mesa de matrícula
Blanca
Valle y Esther Cordero las saludaban.
“¡Qué
bueno es para nosotras estar aquí!”,
dijeron
las mujeres
mientras
que el área de exhibiciones visitaban
y con
recursos en español
Marissa
Galván y Elizabeth Torres las equipaban.
“¡Qué
bueno es para nosotras estar aquí!”,
dijeron
las mujeres
mientras
que el cántico lema entonaban
y en
la música de los cultos
Ruth
Silva y José Morales las lideraban.
“¡Qué
bueno es para nosotras estar aquí!”,
dijeron
las mujeres
mientras
que la Palabra de Dios escuchaban
y con
reflexiones y chistes
la
pastora Ruth Santana las retaba.
“¡Qué
bueno es para nosotras estar aquí!”,
dijeron
las mujeres
mientras
que en los talleres participaban
y Vilmarie,
Nidia, Carmen, Jeniffer, Joanna y Florence
hábilmente
enseñaban.
“¡Qué
bueno es para nosotras estar aquí!”,
dijeron
las mujeres
mientras
que sus logros recordaban
y por
nueve años de fiel servicio
a
Letty Heredia homenajeaban.
“¡Qué
bueno es para nosotras estar aquí!”,
dijeron
las mujeres
mientras
que estrategias de iglecrecimiento dilucidaban
y con
salero y esmandao Héctor
Rodríguez
su nuevo libro presentaba.
su nuevo libro presentaba.
“¡Qué
bueno es para nosotras estar aquí!”,
dijeron
las mujeres
mientras
que el nuevo Equipo Coordinador instalaban
y al dulce
mando de Ruth Román-Meza
el
trabajo delegaban.
“¡Qué
bueno es para nosotras estar aquí!”,
dijeron
las mujeres
mientras
que la ofrenda se colectaba
y con
pasión Yolanda Hernández
el
Fondo Adelante promocionaba.
“¡Qué
bueno es para nosotras estar aquí!”,
dijeron
las mujeres
mientras
que las vaqueras danzaban
y el
21 aniversario de MHLP
con
alegría conmemoraban.
Pero
de pronto se hizo el silencio,
la
conferencia a su fin llegaba,
con abrazos
nos despedimos,
agradecidas
y emocionadas,
y
mientras de la cima de la montaña
el
pueblo poco a poco bajaba,
entre
los pasillos del Hilton
la voz de Jesús resonaba:
la voz de Jesús resonaba:
“Levántense,
conéctense, crezcan y sirvan”,
porque
ser discípulas no consiste
en vivir
atrincheradas
sino
en salir a las calles
para
ser luz, dar pan y ofrecer morada.
©
Magdalena I. García
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