Saturday, May 16, 2015

“Cloud watching” / “Mirando las nubes”


A reflection/confession based on Acts 1:1-11

Blue sky, puffy clouds, and a bird gets away on a tropical sunset at my aunt Irma’s farm, in Southwest Miami. /  Cielo azul, nubes esponjosas y un ave que se aleja en un atardecer tropical en la finca de mi tía Irma, en el suroeste de Miami. mig

By Magdalena I. García

Eyes squinted, studying the sky,
hands raised, sheltering the brow,
mouth open, expressing bewilderment,
the disciples stood stunned,
gazing up,
mesmerized by the celestial,
disconnected from the terrestrial.
Until a voice breaks through the fog
and reminds them that their calling
is not to engage in cloud watching.

Eyes squinted, studying the sky,
hands raised, sheltering the brow,
mouth open, expressing bewilderment,
we often stand stunned,
gazing up,
mesmerized by the celestial,
disconnected from the terrestrial.
Until a voice breaks through the fog
and reminds us that our calling
is not to engage in cloud watching.

Forgive us, Descended Jesus,
for living our life and our faith
captivated by an upward vision,
disinterested in a downward engagement.

Forgive us, Incarnate Christ,
for living our life and our faith
consumed by the journey to heaven,
indifferent to the pilgrimage on earth.

Allow us, Manifested Deity,
to clearly hear your voice
in Scripture and in our hearts
breaking through the fog
of our egocentric and apathetic lives,
and reminding us that our calling,
based on your humble and devoted example,
is to engage in people watching.

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“Mirando las nubes”


Una reflexión/confesión basada en Hechos 1:1-11

Por Magdalena I. García

Ojos entrecerrados, estudiando el cielo,
manos levantadas, protegiendo la frente,
boca abierta, expresando desconcierto,
los discípulos estaban pasmados,
mirando hacia arriba,
fascinados por lo celestial,
desconectados de lo terrenal.
Hasta que una voz traspasa la bruma
y les recuerda que su llamado
no consiste en pasarse mirando las nubes.

Ojos entrecerrados, estudiando el cielo,
manos levantadas, protegiendo la frente,
boca abierta, expresando desconcierto,
nosotros a menudo estamos pasmados,
mirando hacia arriba,
fascinados por lo celestial,
desconectados de lo terrenal.
Hasta que una voz traspasa la bruma
y nos recuerda que nuestro llamado
no consiste en pasarnos mirando las nubes.

Perdónanos, Jesús Descendido,
por vivir nuestra vida y nuestra fe
cautivados por una visión ascendente,
desinteresados en un compromiso descendente.

Perdónanos, Cristo Encarnado,
por vivir nuestra vida y nuestra fe
consumidos por el viaje al cielo,
indiferentes al peregrinaje en la tierra.

Permítenos, Deidad Manifestada,
oír claramente tu voz
en las Escrituras y nuestros corazones
traspasando la bruma
de nuestras vidas egocéntricas y apáticas,
y recordándonos que nuestro llamado,
basado en tu humilde y devoto ejemplo,
consiste en dedicarnos a velar por tu pueblo.

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