Saturday, May 23, 2015

“Blow and Blaze” / “Sopla y arde”

A reflection/confession based on Acts 2:1-13

Painting by Jennifer Rodríguez inspired by the Acts reading during a Pentecost worship service at Ravenswood Presbyterian Church. Used with permission. She posts some of her art on Facebook: www.facebook.com/jeniffer.michel. / Pintura de Jennifer Rodríguez inspirada en la narrativa de Hechos durante un servicio de adoración de Pentecostés en la Iglesia Presbiteriana Ravenswood. Usada con permiso. Ella exhibe algunas de sus obras en Facebook: www.facebook.com/jeniffer.michel.
 
By Magdalena I. García

Segregated by race and divided by class,
speaking one language and listening to insiders,
hoarding resources and neglecting the poor,
the church gathers in lovely spaces
and prays for a new awakening,
forgetting or misunderstanding
the events of Pentecost.

Was it the wind?, we ask in desperation,
and attempt adjusting the sails
by undertaking one more restructuring,
while we cleverly garner
what we have no intention of sharing.
Was it the fire?, we ask in consternation,
and attempt fanning the flames
by sponsoring one more conference,
while we boldly proclaim
what we have no intention of doing.

We don’t know much
about the disruptive and transformative
power of wind and fire,
because we are afraid to invite them
into our orderly and privileged lives;
but this we do know...

Pentecost happened as the people were
gathering together in one place,
speaking multiple languages,
embracing the outsiders,
understanding one another,
stepping out of their comfort zone.

Blow, Wind of change, through the church,
sweep up our illusion of control,
create a new disposition to welcome and to hear,
and launch us into the unknown.

Blaze, Fire of passion, through the church,
burn up our complacent attitude,
create a new capacity to embrace and to heal,
and propel us towards the forgotten.

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“Sopla y arde”


Una reflexión/confesión basada en Hechos 2:1-13

Por Magdalena I. García

Segregada por razas y dividida por clases,
hablando un idioma y escuchando a los de adentro,
acaparando recursos y descuidando a los pobres,
la iglesia se reúne en hermosos lugares
y ora por un nuevo despertar,
olvidando o malentendiendo
los eventos de Pentecostés.

¿Fue el viento?, preguntamos con desesperación,
e intentamos ajustar las velas
al emprender otra restructuración,
en la que ingeniosamente recabamos
lo que no tenemos la intención de compartir.
¿Fue el fuego?, preguntamos con consternación,
e intentamos avivar las llamas
al patrocinar otra conferencia,
en la que audazmente proclamamos
lo que no tenemos la intención de hacer.

No sabemos mucho
sobre el perturbador y transformador
poder del viento y el fuego,
porque nos da miedo invitarlos
a nuestras vidas ordenadas y privilegiadas;
pero esto sí sabemos...

Pentecostés ocurrió mientras que la gente
se reunía en un solo lugar,
hablaba múltiples lenguas,
acogía a los forasteros,
comprendía a los demás,
abandonaba su zona de comodidad.

Sopla, Viento de cambio, a través de la iglesia,
barre con nuestra ilusión de control,
crea una nueva disposición para recibir y oír,
y lánzanos hacia lo desconocido.

Arde, Fuego de pasión, a través de la iglesia,
quema nuestra actitud autocomplaciente,
crea una nueva capacidad para abrazar y sanar,
e impúlsanos hacia los olvidados.

© Magdalena I. García

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