A reflection based on Matthew
13:31-33 / Una reflexión basada en Mateo
13:31-33
Mustard seeds sold as a condiment / Semillas de mostaza que se venden como
condimento
by/por Magdalena I. García
A mustard seed,
a bush dreaded by farmers
because it grows wild like a weed.
A pinch of yeast,
a living organism
considered a contaminant
and associated with sin.
But Jesus says that the Kingdom of Heaven,
the new realm he proclaims,
is like a mustard seed and a pinch of yeast,
subversive elements
that spread beyond all imagination,
and infiltrate despite all resistance.
And once the seed of God’s love
is planted in our life,
and the yeast of God’s love
is kneaded into our hears,
we refuse to surrender
to the narrative of hatred.
Once the seed of God’s truth
is planted in our life,
and the yeast of God’s truth
is kneaded into our heart,
we refuse to believe
in the narrative of falsehoods.
Once the seed of God’s justice
is planted in our life,
and the yeast of God’s justice
is kneaded into our heart,
we refuse to uphold
the narrative of inequity.
Once the seed of God’s peace
is planted in our life,
and the yeast of God’s peace
is kneaded into our heart,
we refuse to perpetuate
the narrative of violence.
Once the seed of God’s abundance
is planted in our life,
and the yeast of God’s abundance
is kneaded into our heart,
we refuse to propagate
the narrative of scarcity.
Once the seed of God’s freedom
is planted in our life,
and the yeast of God’s freedom
is kneaded into our heart,
we refuse to submit
to the narrative of domination.
A mustard seed, a pinch of yeast,
small agents of drastic change,
tiny propellers of powerful transformation.
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Una semilla de mostaza,
un arbusto temido por los agricultores
porque crece silvestre como una maleza.
Una pizca de levadura,
un organismo viviente
considerado un contaminante
y asociado con el pecado.
Pero Jesús dice que el Reino de los Cielos,
el nuevo ámbito que él anuncia,
es como una semilla de mostaza y una pizca de levadura,
elementos subversivos
que se esparcen más allá de toda imaginación,
y se infiltran a pesar de toda resistencia.
Y una vez que la semilla del amor de Dios
se siembra en nuestra vida,
y la levadura del amor de Dios
se amasa en nuestro corazón,
rehusamos rendirnos
ante la narrativa del odio.
Una vez que la semilla de la verdad de Dios
se siembra en nuestra vida,
y la levadura de la verdad de Dios
se amasa en nuestro corazón,
rehusamos creer
en la narrativa de la falsedad.
Una vez que la semilla de la justicia de Dios
se siembra en nuestra vida,
y la levadura de la justicia de Dios
se amasa en nuestro corazón,
rehusamos defender
la narrativa de la inequidad.
Una vez que la semilla de la paz de Dios
se siembra en nuestra vida,
y la levadura de la paz de Dios
se amasa en nuestro corazón,
rehusamos perpetuar
la narrativa de la violencia.
Una vez que la semilla de la abundancia de Dios
se siembra en nuestra vida,
y la levadura de la abundancia de Dios
se amasa en nuestro corazón,
rehusamos propagar
la narrativa de la escasez.
Una vez que la semilla de la libertad de Dios
se siembra en nuestra vida,
y la levadura de la libertad de Dios
se amasa en nuestro corazón,
rehusamos someternos
a la narrativa de la dominación.
Una semilla de
mostaza, una pizca de levadura,
pequeños agentes de cambio drástico,
diminutos propulsores de poderosa transformación.
© Magdalena I. García