Oración vespertina
Atardecer desde mi portal en la avenida Kilpatrick
Dios de los atardeceres,
tú que creaste el color anaranjado,
el amarillo, el gris y el morado,
cuando la luz del día se va apagando
y sentimos tristeza o temor
ante las tinieblas que nos van rodeando,
recuérdanos que tú sigues presente, a nuestro lado,
acompañando, protegiendo y guiando,
y que en esos momentos los rayos solares
iluminan con mayor intensidad
a quienes viven del otro lado del planeta,
y aguardaban con igual ansiedad
un nuevo amanecer lleno de posibilidades
para el bienestar de toda la humanidad.
Amén.
© Magdalena I. García
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