Una reflexión basada en Marcos 12:28-34
Dibujo anónimo que dejaron abandonado en una mesa de trabajo de la escuela dominical.
por Magdalena I. García
No me hables de amor al prójimo
si al hermano que piensa distinto
no estás dispuesto a escuchar.
No me hables de amor al prójimo
si a la hermana que merece respeto
con palabras y hechos vas a difamar.
No me hables de amor al prójimo
si tu conciencia encallecida y tu corazón de piedra
no se conmueven ante el mal.
No me hables de amor al prójimo
si permites que a tu supuesto enemigo
lo acorralen y maltraten como un animal.
No me hables de amor al prójimo
si tienes una lista de gente indeseable
a la cual piensas habría que eliminar.
No me hables de amor al prójimo
si crees que los atropellos y el discrimen
se pueden de algún modo justificar.
No me hables de amor al prójimo
si entre tu comodidad y la miseria ajena
existe una brecha abismal.
No me hables de amor al prójimo
si las desigualdades sistémicas
reduces a un asunto personal.
No me hables de amor al prójimo
si no tienes vocación de servicio
y olvidaste tu voto bautismal.
No me hables de amor al prójimo
si escasea en ti la compasión
pero sobreabunda el discurso doctrinal.
© Magdalena I. García