A plantain tree bearing fruit reminds us of God’s providence. Painting courtesy of a hospice patient. ///
Un platanal parido nos recuerda la providencia de Dios. Pintura cortesía de de una paciente de hospicio.
by Magdalena I. García
When we are tempted to forget
that everything is given by You to be shared,
that we belong to the land
but the land does not belong to us:
Forgive us, God of the Milk and Honey,
and free us from the sin of greed.
When we are tempted to forget
that our ancestors were sojourners in a strange land,
that we descend from an exiled people
but refuse to embrace today’s refugees and migrants:
Forgive us, God of the Wanderer and the Alien,
and free us from the sin of inhospitality.
When we are tempted to forget
that you do not wish for anyone to live in captivity,
that we abuse and enslave our neighbors
but you hear the cries and see the affliction of the oppressed,
Forgive us, God of the Mighty Hand and the Outstretched Arm,
and free us from the sin of domination.
God of the Promised Land and the Wilderness,
help us to remember
that we owe obedience and loyalty
to you first and foremost.
God of the Levites and the Aliens,
help us to remember
that we are called to live as one human family
and share your bounty with everyone.
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“La tentación del olvido”
Un recurso litúrgico basado en Deuteronomio 26:1-11 y Lucas 4:1-13
por Magdalena I. García
Cuando nos asalta la tentación de olvidar
que todo nos es dado por Ti para compartirlo,
que pertenecemos a la tierra
pero la tierra no nos pertenece:
Perdónanos, Dios de la Leche y la Miel,
y libéranos del pecado de la avaricia.
Cuando nos asalta la tentación de olvidar
que nuestros antepasados fueron forasteros en tierra extraña,
que descendemos de una pueblo exiliado
pero rehusamos acoger a los refugiados y migrantes de hoy:
Perdónanos, Dios de los Errantes y Extranjeros,
y libéranos del pecado de la inhospitalidad.
Cuando nos asalta la tentación de olvidar
que tú no deseas que nadie viva en cautiverio,
que abusamos y esclavizamos a nuestro prójimo
pero tú oyes el clamor y ves la aflicción de los oprimidos,
Perdónanos, Dios de la Mano Fuerte y el Brazo Extendido,
y libéranos del pecado de la dominación.
Dios de la Tierra Prometida y el Desierto,
ayúdanos a recordar
que te debemos obediencia y fidelidad
a ti primero que nada.
Dios de los Levitas y los Extranjeros,
ayúdanos a recordar
que tú nos llamas a vivir como una familia humana
y a compartir tu abundancia con todo el mundo.
© Magdalena I. García
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