Wednesday, July 22, 2015

“A drop in the bucket” / “Una gota en el balde”


A reflection and confession based on John 6:1–13


Kitchen scraps can feed multiple families of backyard birds. mig / Las sobras de la cocina pueden alimentar a varias familias de pájaros del patio. mig

by Magdalena I. García

We’ve heard the legend
of the straw that broke the camel’s back.
It’s an Arabian fable about a merchant
who overestimated the limit of capacity.
One wisp was too much,
and it overcame the strength
of the beast crushed by the burden.

And we’ve read the tale
of the drop that filled the bucket.
It’s a Gospel narrative about a disciple
who underestimated the limit of generosity.
Five loaves and two fish seemed too little,
but they satisfied the stomachs
of the people burdened with hunger.

Forgive us, Doubling God,
for doubting your willingness
to duplicate our offerings.
Forgive us, Increasing God,
for doubting your ability
to multiply our drop in the bucket.

Forgive us, Abundant God,
for hiding behind scarcity
to avoid sharing our assets.
Forgive us, Accepting God,
for discounting the gifts from strangers
to treat them as a drop in the bucket.

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“Una gota en el balde”

Una reflexión y confesión basada en Juan 6:1–13 

Publicada originalmente el 7/21/15 por el blogde la revista Presbyterians Today: Reimagining the church 

por Magdalena I. García

Hemos leído la leyenda
de la paja que quebró la espalda del camello.
Es una fábula árabe sobre un mercader
que sobreestimó el límite de la capacidad.
Un mechón fue demasiado
y venció la fuerza
de la bestia agobiada por la carga.

Y hemos leído el relato
de la gota que llenó el balde.
Es una narrativa del evangelio sobre un discípulo
que subestimó el límite de la generosidad.
Cinco panes y dos peces parecieron muy poco,
pero satisficieron los estómagos
de la gente agobiada por el hambre.

Perdónanos, Dios Redoblador,
por dudar de tu voluntad
para duplicar nuestras ofrendas.
Perdónanos, Dios Incrementador,
por dudar de tu habilidad
para multiplicar nuestra gota en el balde.

Perdónanos, Dios Abundante,
por escondernos detrás de la escasez
para evitar compartir nuestros bienes.
Perdónanos, Dios Aceptador,
por descartar los dones de los desconocidos
para tratarlos como una gota en el balde.

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