Tuesday, June 14, 2016

“You can’t go through life” / “No puedes ir por la vida”

A prayer poem to reflect on the mass shooting in Orlando. First published on 6/13/16 by Presbyterians Today magazine blog: One Church,Many Voices

By contrast, the fruit of the Spirit is love, joy, peace, patience, kindness, generosity, faithfulness, gentleness, and self-control. There is no law against such things. – Galatians 5:22-23


The tomatos growing in my backyard remind me of the need to plant seeds that bear good fruits. / Los tomates que crecen en mi patio me recuerdan de la necesidad de plantar semillas que den buenos frutos.

by Magdalena I. García

You can’t go through life
sowing seeds of hatred
and expect to reap
fruits of love.

You can’t go through life
sowing seeds of fear
and expect to reap
fruits of joy.

You can’t go through life
sowing seeds of war
and expect to reap
fruits of peace.

You can’t go through life
sowing seeds of intolerance
and expect to reap
fruits of patience.

You can’t go through life
sowing seeds of animosity
and expect to reap
fruits of kindness.

You can’t go through life
sowing seeds of meanness
and expect to reap
fruits of generosity.

You can’t go through life
sowing seeds of skepticism
and expect to reap
fruits of faithfulness.

You can’t go through life
sowing seeds of insensitivity
and expect to reap
fruits of gentleness.

You can’t go through life
sowing seeds of rashness
and expect to reap
fruits of self-control.

So why are we surprised
when our own evil ideologies and practices
come back to engulf us and haunt us
like a giant dust storm
in an hour of darkness and terror?

Sowing God, you who planted a garden
as a sign of nurture and shelter,
teach us, your children and your church,
to labor tirelessly
until the seeds of grace and forgiveness
take root in our hearts.

Sowing God, you who planted your Son among us
as a sign of selfless and sacrificial love,
teach us, your children and your church,
to labor tirelessly
until the seeds of reconciliation and good will
take root in our world.

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“No puedes ir por la vida”


Un poema oración para reflexionar sobre la matanza en Orlando. Publicado originalmente el 6/13/16 por el blog de la revista Presbyterians Today: One Church,Many Voices

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. – Gálatas 5:22-23

por Magdalena I. García

No puedes ir por la vida
sembrando semillas de odio
y esperar que vas a cosechar
frutos de amor.

No puedes ir por la vida
sembrando semillas de miedo
y esperar que vas a cosechar
frutos de gozo.

No puedes ir por la vida
sembrando semillas de guerra
y esperar que vas a cosechar
frutos de paz.

No puedes ir por la vida
sembrando semillas de intolerancia
y esperar que vas a cosechar
frutos de paciencia.

No puedes ir por la vida
sembrando semillas de animosidad
y esperar que vas a cosechar
frutos de benignidad.

No puedes ir por la vida
sembrando semillas de mezquindad
y esperar que vas a cosechar
frutos de bondad.

No puedes ir por la vida
sembrando semillas de escepticismo
y esperar que vas a cosechar
frutos de fidelidad.

No puedes ir por la vida
sembrando semillas de insensibilidad
y esperar que vas a cosechar
frutos de mansedumbre.

No puedes ir por la vida
sembrando semillas de temeridad
y esperar que vas a cosechar
frutos de dominio propio.

¿Entonces por qué nos sorprendemos
cuando nuestras propias ideologías y prácticas malvadas
regresan para envolvernos y atormentarnos
como una gigantesca tormenta de polvo
en una hora de oscuridad y terror?

Dios Sembrador, tú que plantaste un huerto
como señal de sustento y protección,
enséñanos, a tus hijos, tus hijas y la iglesia,
a labrar incansablemente
hasta que las semillas de la gracia y el perdón
se arraiguen en nuestro corazón.

Dios Sembrador, tú que plantaste a tu Hijo en medio nuestro
como señal del amor desinteresado y sacrificado,
enséñanos, a tus hijos, tus hijas y la iglesia,
a labrar incansablemente
hasta que las semillas de la reconciliación y la buena voluntad
se arraiguen en toda la humanidad.


© Magdalena I. García






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