Monday, August 4, 2014

“Send Them Away?” / “¿Les decimos que se vayan?”




The Five Thousand, Eularia Clarke (1914-1970), Oil, 1962
Methodist Collection of Modern Christian Art, No.6 

A reflection on Matthew 14:13-21
by Magdalena I. García

A desperate crowd follows Jesus
looking for healing,
and he has compassion on them.
Meanwhile the selfish disciples
are busy doing the math,
adding up the financial cost
of feeding so many mouths,
and they come up with a clever plan:
“Send them away...”

People of color come to the church
looking for community,
and the anti-racism committee embraces them.
Meanwhile the governing bodies
are busy doing the math,
adding up the denominational cost
of welcoming so many strangers,
and they defund inner-city ministries:
“Send them away...”

Unauthorized migrants travel up North
looking for hope,
and a greedy economy entraps them.
Meanwhile elected officials
are busy doing the math,
adding up the political cost
of legalizing so many workers,
and they delay the vote on immigration reform:
“Send them away...”

Unaccompanied minors cross the Southern US border
looking for safety,
and humanitarian groups advocate for them.
Meanwhile legislators from both parties
are busy doing the math,
adding up the social cost
of sheltering so many bodies,
and Congress fails to approve an aid plan:
“Send them away...”

Funny how things can get lost in translation,
so that even historic churches
that pride themselves on Biblical scholarship,
and an allegedly Christian nation
that prides itself on human rights,
end up echoing the calculating disciples,
and disregarding Jesus’ command:
“There’s no need to send them away.
You give them something to eat.”

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“¿Les decimos que se vayan?”


Una reflexión sobre Mateo 14:13-21
por Magdalena I. García 

Una multitud desesperada sigue a Jesús
en busca de sanidad
y él tiene compasión de ella.
Mientras tanto los discípulos egoístas
están ocupados sacando cuentas, 
sumando el costo financiero
de alimentar tantas bocas, 
y se les ocurre un plan ingenioso: 
“Diles que se vayan...”

Gente de color viene a la iglesia
en busca de comunidad,
y el comité de antirracismo la abraza.
Mientras tanto los cuerpos gobernantes
están ocupados sacando cuentas,
sumando el costo denominacional
de dar la bienvenida a tantos forasteros,
y dejan sin financiamiento los ministerios urbanos:
“Diles que se vayan...”

Migrantes desautorizados viajan rumbo al Norte
en busca de esperanza
y una economía avariciosa los atrapa.
Mientras tanto los oficiales electos
están ocupados sacando cuentas,
sumando el costo político
de legalizar a tantos trabajadores,
y retrasan el voto sobre la reforma migratoria:
“Diles que se vayan...”

Menores sin acompañante cruzan la frontera sur de EEUU
en busca de seguridad
y los grupos humanitarios abogan por ellos.
Mientras tanto los legisladores de ambos partidos
están ocupados sacando cuentas,
sumando el costo social
de albergar tantos cuerpos
y el congreso no se digna aprobar un plan de ayuda:
“Diles que se vayan...”

Curioso como los matices se pierden en la traducción,
de modo que incluso las iglesias históricas
que se enorgullecen por su erudición bíblica,
y una nación supuestamente cristiana
que hace alardes de proteger los derechos humanos,
resultan haciéndole eco a los discípulos calculadores
y desobedecen el mandato de Jesús:
“No es necesario decirles que se vayan.
Denles ustedes algo de comer”.

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