Friday, April 2, 2010

“Wash Day”


The table, the donkey, the foot washing...parting, visual reminders from the Servant Master. / La mesa, el asno, el lavado de pies...recordatorios visuales de despedida del Maestro Siervo.

A Maundy Thursday Meditation
By Magdalena I. García

Wash on Monday.
Iron on Tuesday.
Mend on Wednesday.
Churn on Thursday.
Clean on Friday.
Bake on Saturday.
Rest on Sunday.


These used to be a housewife’s daily chores.
Back when life was simple.
Back when we had a fixed schedule.
Back when everything had a clear category.
Back when women were in their proper place
(as some still like to say!).
Back when...

Then along came Jesus
and messed it all up!
He got up from the table,
took off his outer robe,
tied a towel around himself,
poured water into a basin,
and began to wash his disciples’ feet.

But wait, that’s not all.
It gets worse!
He said he was setting an example
for all the wanna-be disciples.

Why did Jesus have to do a thing like that?
Really, this is one parting gift
we could have done without.

We like having one wash day...
(thanks, that’s enough!)
and six other days
for mudding up things.
We like coming clean on Sunday...
(thanks, that’s enough!)
and having six other days
for messing up the commandments.

Can somebody please turn back the page?
Can somebody return us to those earlier, happier days?
Can somebody take us back to the time
when there was only one wash day?

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“Día de Lavado”

Una Meditación de Jueves Santo

Por Magdalena I. García

Lavar el lunes.
Planchar el martes.
Remendar el miércoles.
Hacer mantequilla el jueves.
Limpiar el viernes.
Hornear el sábado.
Descansar el domingo.


Estos eran antes los quehaceres diarios de una ama de casa.
Antes, cuando la vida era sencilla.
Antes, cuando teníamos un horario fijo.
Antes, cuando todo tenía una categoría clara.
Antes, cuando las mujeres estaban en su lugar idóneo
(como a algunos toddavía les gusta decir.)
Antes, cuando...

Entonces apareció Jesús
¡y lo dañó todo!
Se levantó de la mesa,
se quitó el manto,
se ató una toalla a la cintura,
echó agua en una palangana,
y comenzó a lavar los pies de sus discípulos.

Pero aguarda, eso no es todo.
Hay algo peor.
Dijo que nos estaba dando un ejemplo
a todos los aspirantes a discípulo.

¿Por qué tuvo Jesús que hacer semejante cosa?
En verdad, éste es un regalo de despedida
que no necesitábamos.

Nos gusta tener un día de lavado...
(¡gracias, es suficiente!)
y seis otros días
para enfangar las cosas.
Nos gusta despercudirnos el domingo...
(¡gracias, es suficiente!)
y tener seis otros días
para estropear los mandamientos.

¿Puede alguien, por favor, atrasar la página?
¿Puede alguien volvernos a esa época lejana y feliciana?
¿Puede alguien llevarnos de vuelta al tiempo de antes
cuando había sólo un día de lavado?

%%%

Nota: “Feliciana” es sustantivo, según el Diccionario de la Real Academia Española, pero hace falta el adjetivo, así que vamos a acuñarlo.

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