Saturday, April 26, 2014

“Thomas the Twin” / “Tomás el gemelo”

 A reflection on the disciple Thomas and the Resurrection based on John 20:19-31

Internet image of a children’s  story on Thomas the Tank Engine.


By Magdalena I. García

We never met his other sibling,
but in the canonical Gospels
Thomas is called “the Twin.”

Google “Thomas the Twin”

and you’ll get lots of information
about Thomas the Tank Engine
and twin engines Bill and Ben.
Or you might get a link to purchase
a Thomas-the-train, twin-size bed set.
But if you’re patient with the search
you’ll eventually find fascinating information
on this most famous and allegedly derailed disciple.

For example, the Gnostics believed
that Thomas’ twin brother was Jesus himself,
something that would surely ruin
the neat birthday narrative 
woven by St. Luke the Evangelist.
Can you imagine the shock on Joseph’s face
in the stable turned delivery room?
Would two babies fit in a manger?
Would there be sufficient swaddling clothes?
And would the cow come to the rescue
for the endless breastfeeding sessions?

I like to think that there is another reason
why this disciple merits being called “Thomas the Twin.”
You see, despite the bad press that he often receives
throughout the Gospels, in literature and in art,
Thomas exemplifies both faith and doubt,
belief and unbelief,
as the inseparable two sides of a coin.
Thomas embodies the yin-yang of our lives,
the opposite or contrary forces
that are interconnected and interdependent,
like darkness and light.

And Thomas reminds us that life
is a journey of ongoing tension
between mystery and discovery,
between questions and affirmations.
Thus Thomas, courageous Thomas,
daring Thomas, skeptical Thomas,
invites us to doubt our doubts,
in order to give certainty a chance.

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“Tomás el gemelo”

Una reflexión sobre el disípulo Tomás y la Resurrección basada en Juan 20:19-31

Por Magdalena I. García

Nunca conocimos a su otro hermano,
pero en los evangelios canónicos
a Tomás se le llama “el gemelo”.

Guglea “Tomás el gemelo”
y encontrarás mucha información
sobre Tomás la Máquina de Vapor
y las máquinas gemelas Bill y Ben.
O quizás halles un enlace para comprar
un juego de cama de la Maquinita tamaño individual.
Pero si eres paciente con tu búsqueda
eventualmente hallarás información fascinante
sobre este famoso discípulo supuestamente descarrilado.

Por ejemplo, los gnósticos creían
que el gemelo de Tomás era el mismísimo Jesús,
algo que ciertamente arruinaría
la nítida narrativa del nacimiento 
tejida por el evangelista San Lucas.
¿Se imaginan el espanto en la cara de José
en el establo convertido en sala de parto?
¿Cabrían dos bebés en el pesebre?
¿Habría suficientes pañales?
¿Y acaso la vaca saldría al rescate
para las interminables sesiones de amamantamiento?

Me gusta pensar que hay otra razón
por la cual este discípulo merece ser llamado “Tomás el gemelo”.
Y es que, a pesar de la mala prensa que a menudo recibe
en los Evangelios, la literatura y las artes,
Tomás ejemplifica tanto la fe como la duda,
la creencia y la incredulidad,
como las dos caras inseparables de una moneda.
Tomás encarna el yin-yang de nuestras vidas,
las fuerzas opuestas o contrarias
que están interconectadas y son independientes,
tal como la oscuridad y la luz.

Y Tomás nos recuerda que la vida
es una travesía de continuas tensiones
entre el misterio y el descubrimiento,
entre las preguntas y las afirmaciones.
Por tanto Tomás, el valiente Tomás,
el atrevido Tomás, el escéptico Tomás,
nos invita a dudar de nuestras dudas
para así darle una oportunidad a la certidumbre.
                               
© 2014 Magdalena I. García

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