Sunday, August 29, 2021

“Clean hands and polluted hearts” / “Manos limpias y corazones contaminados”

 A reflection based on Mark 7:1-23


Free photo from Pixabay

by Magdalena I. García

It’s easy to point the index finger
at the Pharisees and the teachers of the Law
without noticing that three other fingers
are pointing right back at us.

But Jesus makes it evident
that although the religious authorities
had ultra clean hands,
they had filthy, polluted hearts.

And so I wonder
about the condition
of our hands and our hearts.
Do we think that Dove and Irish Spring
can wash away the sin
of apathy and hypocrisy?
Do we think that hand sanitizer
can wipe away our complicity
with the evil and suffering of humankind?

Truly, it would be better for us
to have dirty hands,
and compassionate hearts!


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“Manos limpias y corazones contaminados”


Una reflexión basada en Marcos 7:1-23

por Magdalena I. García

Es fácil señalar con el dedo índice
a los farisesos y maestros de la Ley
sin notar que otros tres dedos
apuntan nuestra forma de proceder.

Pero Jesús hace evidente
que aunque las autoridades religiosas
tenían manos ultra limpias,
la suciedad y contaminación de sus corazones
dejaba mucho que desear.

Y por tanto me pregunto
sobre la condición
de nuestras manos y nuestros corazones.
¿Creemos acaso que Palmolive o jabón Zote
pueden lavar el pecado
de nuestra apatía e hipocresía?
¿Creemos que el higienizador de manos
puede borrar nuestra complicidad
con la maldad y el sufrimiento de la humanidad?

Verdaderamente, sería mejor
que tuviésemos las manos llenas de mugre
y los corazones llenos de compasión.

© Magdalena I. García


Sunday, August 15, 2021

“La sabiduría en tiempos del Covid”

Proverbios 9:1-6, una paráfrasis


Mascarilla y recursos sobre programas de vacunación y asistencia pública para inmigrantes presentados como ofrenda en el culto de adoración.

1 La sabiduría construyó su casa,
la adornó con coloridas mascarillas,
consiguió guantes protectores,
y mandó a comprar jeringuillas.
Preparó una vacuna en tiempo récord
que se distribuyó a gran velocidad
y envió al personal médico a gritar
en los medios y desde lo alto de la ciudad:
«¡Vengan acá, jóvenes inexpertos!
¡Arremánguense pa’ que cesen los muertos!»
Mandó a decir a los temerosos e insensatos:
«Vengan a protegerse, renuncien al desacato.
Dejen ya de ser imprudentes
y condúzcanse como gente inteligente.»

© Magdalena I. García