First published on 10/28/16 by Presbyterians Today magazine blog: One Church,Many Voices
Clay mask for sale at the National Museum of Mexican Art in
Chicago. mig / Máscara de barro a la venta en el Museo Nacional de Arte
Mexicano. mig
by Magdalena I. García
We know the story all too well,
or so we think, given what we tell:
a wealthy tax collector lives in Jericho
and wishes to see this Jesus on the go.
Zachhaeus is his name, which in Hebrew means pure,
though given his occupation shaming he endures;
and to make matters worse, he’s tiny as a pea,
so to see above the crowd he climbs up into a tree.
Jesus comes along and tells him to come down,
and to serve as his host while visiting the town;
the crowd is appalled at this mingling with a sinner
even if it’s simply to chat and have dinner.
Zachhaeus is delighted, he stands proud and tall,
and reveals how he manages his taxing windfall:
it turns out he’s generous beyond expectation
and surpasses the zeal of his own generation.
And so a question remains for us to ponder;
who are the real despicable people, we wonder:
the ones who honestly perform a hideous task,
or the ones who hide meanness behind a pious mask?
Salvation indeed comes when we are freed
from cheating, exploitation, apathy and greed;
but shalom also comes when we are released
from the prison of envy, condemnation, aggression and misdeed.
%%%
Un recurso para la liturgia dominical basado en Lucas 19:1-10
Publicado originalmente el 10/28/16 por el blog de la revista PresbyteriansToday: One Church, Many Voices
por Magdalena I. García
Demasiado bien conocemos la historia,
e incluso creemos saberla de memoria:
un rico cobrador de impuestos vivía en Jericó
y para ver a Jesús al camino se acercó.
Zaqueo es su nombre, que en hebreo significa puro,
aunque por su ocupación lo criticaban muy duro;
y para mayor desgracia, era demasiado bajito,
así que dada la multitud se trepó a un arbolito.
Jesús pasa por allí y le dice que se debe bajar,
porque en su casa esa noche pretende morar;
la multitud se alarma ante tal proposición,
con pecadores no se convive en ninguna ocasión.
Zaqueo está encantado, se estira y camina orondo,
el manejo de sus bienes revela en detalle, a fondo:
resulta que su generosidad excede toda expectación
y sobrepasa el celo de su propia generación.
Así que una pregunta resta y nos toca ponderar;
¿quién es la gente despreciable?, debemos dilucidar:
¿aquella que honestamente realiza una tarea odiosa,
o la que esconde su mezquindad tras una máscara piadosa?
La salvación en verdad llega cuando obtenemos la liberación
de las trampas, la avaricia, la apatía y la explotación;
pero el shalom también se logra cuando escapamos de la prisión
de la envidia, la censura, las fechorías y la agresión.
© Magdalena I. García
by Magdalena I. García
We know the story all too well,
or so we think, given what we tell:
a wealthy tax collector lives in Jericho
and wishes to see this Jesus on the go.
Zachhaeus is his name, which in Hebrew means pure,
though given his occupation shaming he endures;
and to make matters worse, he’s tiny as a pea,
so to see above the crowd he climbs up into a tree.
Jesus comes along and tells him to come down,
and to serve as his host while visiting the town;
the crowd is appalled at this mingling with a sinner
even if it’s simply to chat and have dinner.
Zachhaeus is delighted, he stands proud and tall,
and reveals how he manages his taxing windfall:
it turns out he’s generous beyond expectation
and surpasses the zeal of his own generation.
And so a question remains for us to ponder;
who are the real despicable people, we wonder:
the ones who honestly perform a hideous task,
or the ones who hide meanness behind a pious mask?
Salvation indeed comes when we are freed
from cheating, exploitation, apathy and greed;
but shalom also comes when we are released
from the prison of envy, condemnation, aggression and misdeed.
%%%
“Gente despreciable”
Un recurso para la liturgia dominical basado en Lucas 19:1-10
Publicado originalmente el 10/28/16 por el blog de la revista PresbyteriansToday: One Church, Many Voices
por Magdalena I. García
Demasiado bien conocemos la historia,
e incluso creemos saberla de memoria:
un rico cobrador de impuestos vivía en Jericó
y para ver a Jesús al camino se acercó.
Zaqueo es su nombre, que en hebreo significa puro,
aunque por su ocupación lo criticaban muy duro;
y para mayor desgracia, era demasiado bajito,
así que dada la multitud se trepó a un arbolito.
Jesús pasa por allí y le dice que se debe bajar,
porque en su casa esa noche pretende morar;
la multitud se alarma ante tal proposición,
con pecadores no se convive en ninguna ocasión.
Zaqueo está encantado, se estira y camina orondo,
el manejo de sus bienes revela en detalle, a fondo:
resulta que su generosidad excede toda expectación
y sobrepasa el celo de su propia generación.
Así que una pregunta resta y nos toca ponderar;
¿quién es la gente despreciable?, debemos dilucidar:
¿aquella que honestamente realiza una tarea odiosa,
o la que esconde su mezquindad tras una máscara piadosa?
La salvación en verdad llega cuando obtenemos la liberación
de las trampas, la avaricia, la apatía y la explotación;
pero el shalom también se logra cuando escapamos de la prisión
de la envidia, la censura, las fechorías y la agresión.
© Magdalena I. García