Wednesday, October 28, 2015

“Clinging people” / “Gente aferrada”

A resource for Sunday’s liturgy based on Ruth 1:6-14 and Mark 12:28-31 

First published on 10/27/15 by Presbyterians Today magazine blog: OneChurch, Many Voices 

Tree branches and a token of love cling to a cemetery fence next to a grave. / Las ramas de un árbol y una expresión de amor se aferran a la cerca de un cementerio junto a una tumba

by Magdalena I. García

Some cultures train their young
to be self-sufficient and independent:
they worry if their offspring fail to take off
—crowding up the place for mom and dad
draining the budget, clearing the fridge—
and tend to regard anyone who needs an extra hand
as deficient, a failure, a burden.

Other cultures train their young
to be cooperative and interdependent:
they worry if their offspring take off too soon
—leaving behind their siblings and kinfolk
abandoning the nest, severing the roots—
and consider anyone who extends a helping hand
as warmhearted, compassionate, caring.

So just for the record it’s nice to know
that our faith’s family tree includes a clinger
who was not diagnosed with an emotional disorder,
but joined Jesus’ kin by hanging on to her mother-in-law
and became a symbol of God’s persistent love.

And just for once it’s nice to remember
that our faith calls us to be a clinging people
who don’t let anyone fall through the cracks,
and that this is how we become the people of the way
and the embodiment of God’s steadfast love each day.

Forgive us, Cradling God,
for failing to comfort all your children
and to surround them with your tender love.
Remind us, Clutching God,
that loving our neighbor involves an enduring bond
and the willingness to share your unfaltering love.
Help us, Clinging God,
to be eager to alleviate the suffering of the world
and to embrace all humanity with your abiding love.

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“Gente aferrada” 


Un recurso para la liturgia dominical basado en Rut 1:6-14 y Marcos 12:28-31 

Publicado originalmente el 10/27/15 por el blog de la revista Presbyterians Today: One Church,Many Voices 

por Magdalena I. García

Algunas culturas entrenan a sus críos
para ser autosuficientes e independientes:
se preocupan si su descendencia tarda en despegar
—apiñando la casa de mamá y papá,
drenando el presupuesto, vaciando la nevera—
y consideran a cualquiera que necesite ayuda adicional
como deficiente, un fracaso, una carga.

Otras culturas entrenan a sus crías
para ser cooperativas e interdependientes:
se preocupan si su descendencia se apresura en despegar
—dejando atrás a sus hermanos y su parentela,
abandonando el nido, cortando las raíces—
y consideran a cualquiera que extienda apoyo adicional
como una persona cálida, compasiva, cariñosa.

Y sólo para que conste es bueno saber
que el árbol de nuestra familia de fe incluye una aferrada
que no fue diagnosticada con un desorden emocional,
sino que por agarrarse de su suegra con Jesús se emparentó
y en símbolo del amor persistente de Dios se convirtió.

Y al menos por una vez es bueno recordar
que nuestra fe nos llama a ser gente aferrada,
que no permita que nadie se quede a la deriv,
y que es así como nos convertimos en pueblo del camino
y en la personificación del Dios de amor constante y genuino.

Perdónanos, Dios Acunador,
por fallar en consolar a todos tus hijos e hijas
y por no rodearles con tu tierno amor.
Recuérdanos, Dios Asidor,
que amar a nuestro prójimo implica un vínculo duradero
y la voluntad de compartir tu inquebrantable amor.
Ayúdanos, Dios Aferrador,
a estar deseosos de aliviar el sufrimiento terrenal
y a abrazar a la humanidad con tu perdurable amor.

© Magdalena I. García

Wednesday, October 21, 2015

“Disturbing cries” / “Reclamos inquietantes”


A resource for Sunday’s liturgy based on Mark 10:46-52 

First published on 10/20/15 by PresbyteriansToday magazine blog: One Church, Many Voices


Quilt honoring Trayvon Martin, a 17-year-old African-American student fatally shot, despite being unarmed, on February 26, 2012, in Sanford, Florida, by George Zimmerman, a neighborhood watch coordinator. This piece was part of the 2015 Annual Quilt Show at the United Church of Hyde Park, in Chicago. / Acolchado en honor de Trayvon Martin, un estudiante afroamericano de 17 años de edad que recibió un disparo mortal, a pesar de estar desarmado, el 26 de febrero de 2012, en Sanford, Florida, por parte de George Zimmerman, un coordinador de la vigilancia vecinal. Esta pieza fue parte de la Exhibición Anual de Acolchados del 2015 en la Iglesia Unida de Hyde Park, en Chicago.

by Magdalena I. García

at the street corner we hear
disturbing cries
from the homeless, the beggars
who want our attention
and a meal to get by

at the school park we hear
disturbing cries
from the troublesome, the suspended
who want our attention
and a chance to thrive

at the neglected neighborhood we hear
disturbing cries
from the injured, the survivors
who want our attention
and the violence to stop

at the office lounge we hear
disturbing cries
from the secretaries, the janitors
who want our attention
and their wages to rise

at the church gathering we hear
disturbing cries
from the excluded, the marginalized
who want our attention
and their existence recognized

all around us we hear
disturbing cries
from the underprivileged, the deprived
who want our attention
and their humanity realized

will we plug up our ears
pretend they don’t exist
tell them to be quiet
and order them to desist?
or will we open our hearts
pay close attention
invite them to speak
and consider their questions?

Forgive us, Approaching God,
for distancing ourselves from those who torment us
with their dissonant voices.
Help us, Listening God,
to perceive your embodied presence and prophetic calling
amidst the disturbing cries.

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“Reclamos inquietantes”

  

Un recurso para la liturgia dominical basado en Marcos 10:46-52

Publicado originalmente el 10/20/15 por el blog de la revista PresbyteriansToday: OneChurch, Many Voices 

por Magdalena I. García

en la esquina de la calle oímos
reclamos inquietantes
de las desamparadas, los mendigos
que procuran nuestra atención
y una comida para subsistir

en el patio de la escuela oímos
reclamos inquietantes
de las problemáticas, los suspendidos
que procuran nuestra atención
y la oportunidad de progresar

en el barrio desatendido oímos
reclamos inquietantes
de las lesionadas, los sobrevivientes
que procuran nuestra atención
y la violencia detener

en la cafetería del trabajo oímos
reclamos inquietantes
de las secretarias, los conserjes
que procuran nuestra atención
y su salario aumentar

en las reuniones de la iglesia oímos
reclamos inquietantes
de las excluidas, los marginados
que procuran nuestra atención
y su existencia validar

en todas partes oímos
reclamos inquietantes
de las desfavorecidas, los desposeídos
que procuran nuestra atención
y su humanidad realizar

¿nos taparemos los oídos
ignorando su existir
diciéndoles que se callen
obligándoles a desistir?
¿o abriremos nuestros corazones
prestando suma atención
invitándoles a que hablen
y considerando su reflexión?

Perdónanos, Dios Próximo,
por distanciarnos de quienes nos atormentan
con sus voces disonantes.
Ayúdanos, Dios Oyente,
a percibir tu presencia encarnada y tu llamado profético
en medio de reclamos inquietantes.

© Magdalena I. García

Wednesday, October 14, 2015

“The seating chart” / “El plano de asientos”

A resource for Sunday’s liturgy based on Mark 10:35-45



A priest celebrates a funeral mass on Chicago's southwest side assisted by two altar girls. / Un sacerdote celebra una misa funeral en el suroeste de Chicago asistido por dos monaguillas

by Magdalena I. García

to the left and to the right
of those displaying power and might;
in the most prominent place
at the top of the staircase;
standing tall like an oak
high above the common folk;
that’s where the faithful often set their sight
eagerly lusting after the limelight

and in our eagerness to ascend
we tend to forget, or sometimes pretend
not to know, what the gospel ordains
regarding the posture we should maintain:
the vision of God’s Kingdom entails
a different order, honest scales
common spaces, humble hearts
willingness to follow the Master’s seating chart

but instead we try to impede and outmaneuver
the access to positions, like secular rulers
exerting influence, unspoken privilege, and a tight hold
relegating to the bleachers those who don’t fit the mold
forgetting that the stage and the boxes belong
to the One who calls us to make room, to get along
and that true greatness we can demonstrate
by abandoning the tendency to dominate

Forgive us, Kneeling God,
for pursuing eminence, power and fame
while refusing to serve the stranger in your name.
Help us, Servant God,
to imitate your humble disposition
and to renounce all falsehood and ambition.

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“El plano de asientos”


Un recurso para la liturgia dominical basado en Marcos 10:35-45

Publicado originalmente el 10/13/15 por el blog de la revista PresbyteriansToday: One Church, Many Voices

por Magdalena I. García

a la izquierda y a la derecha
de quienes exhiben grandeza y poderío;
en el lugar más prominente
en la cima de la escalera del señorío;
alcanzando la altura del roble
muy por encima del barbarismo;
allí a menudo los fieles fijan su vista
ansiosamente codiciando el protagonismo

y en nuestro afán por escalar
tendemos a olvidar o solemos pretender
que desconocemos lo que el evangelio dice
sobre la postura que debemos mantener:
la visión del Reino de Dios exige
un orden diferente, balanzas sin fingimiento
espacios comunes, humildad de corazón
y obediencia al Maestro y su plano de asientos

pero en cambio tratamos de impedir y manipular
el acceso a los puestos, como en el ámbito secular
ejerciendo influencia, privilegio tácito y firme control
relegando al graderío a quienes no logren encajar
olvidando que el escenario y los palcos pertenecen
a Aquel que nos llama a hacer lugar, a la caridad
y que la verdadera grandeza la podemos demostrar
abandonando el afán de dominio y la duplicidad

Perdónanos, Dios Arrodillante,
por perseguir la eminencia, la fama y la riqueza
mientras rehusamos servir al forastero en tu mesa.
Ayúdanos, Dios Sirviente,
a imitar tu humilde disposición
y a renunciar a toda falsedad y ambición.

© Magdalena I. García