Reflexión de la
apertura del Encuentro Regional VII
Mujeres Hispanas Latinas Presbiterianas
Sínodo de Boriquén
en Puerto Rico
Octubre 17-19,
2014 - Aguadilla
Por Magdalena I.
García
Isaías 54:1-10
Reina Valera Contemporánea (RVC)
El eterno
amor del Señor por Israel
1 Así ha dicho el Señor: “¡Regocíjate, mujer estéril, tú que
no dabas a luz! ¡Eleva tu canto y da voces de júbilo, tú que nunca estuviste de
parto! ¡Más hijos tendrá la desamparada que la casada!
2 ¡Extiende el sitio de tu tienda! ¡Alarga las cortinas de tus
aposentos! ¡No te midas! ¡Extiende las cuerdas y refuerza las estacas!
3 Porque vas a extenderte a la derecha y a la izquierda, y tu
descendencia heredará naciones y habitará las ciudades asoladas.
4 No tengas miedo, que no serás confundida; no te avergüences,
que no serás afrentada. Al contrario, te olvidarás de la vergüenza de tu
juventud, y no volverás a acordarte de la afrenta de tu viudez.
5 Tu marido es tu Creador, y su nombre es el Señor de los
ejércitos; tu Redentor es el Santo de Israel, y su nombre es el Dios de toda la
tierra.
6 Yo, el Señor, te lo he dicho: Te llamé cuando eras una mujer
abandonada y de espíritu decaído; cuando eras como una joven esposa que ha sido
repudiada.
7 Es verdad: te abandoné por un poco de tiempo, pero volveré a
recogerte con grandes misericordias.
8 Estaba yo un poco enojado cuando por algún tiempo no quise
ni verte; pero volveré a tenerte compasión y misericordia eterna. Lo digo yo,
que soy tu Señor y Redentor.
9 Esto será para mí semejante a los días de Noé, cuando juré
que nunca más las aguas del diluvio volverían a cubrir la tierra: Ya he jurado
que no volveré a enojarme contra ti, ni te reñiré.
10 Podrán moverse los montes, podrán temblar las colinas, pero
mi misericordia jamás se apartará de ti, ni se romperá mi pacto de paz contigo.
Lo digo yo, el Señor, quien tiene de ti misericordia.
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¿Sabían ustedes que cantar es
saludable? Según estudios recientes, cantar proporciona múltiples beneficios, tanto
físicos, como emocionales y sociales. Por si esto fuera poco, cantar en grupo
es más barato que acudir a terapia, más saludable que ingerir bebidas
alcohólicas, más divertido que hacer ejercicios y está prácticamente garantizado que nos sentimos de
maravilla tras una sesión de canto. Todo esto según el sitio web
moresingingplease.com,
donde se nos ofrece una extensa lista de beneficios de cantar. Por ejemplo...
Beneficios físicos de
cantar
1. Ejercita nuestros pulmones. Tonifica los músculos intercostales (los
que están entre las costillas) y el diafragma.
2. Mejora el sueño.
3. Beneficia el corazón y la circulación al mejorar la capacidad aeróbica y
disminuir la tensión muscular.
4. Tonifica los músculos faciales.
5. Mejora nuestra postura.
6. Hace que nuestra mente esté más alerta.
7. Abre los senos paranasales y las vías respiratorias.
8. Disminuye los ronquidos.
9. Libera endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad.
10. Fortalece nuestro sistema inmunológico.
11. Reduce la ira, la depresión y la ansiedad.
12. Ayuda a reestablecer el balance tras una crisis o enfermedad.
Beneficios emocionales de
cantar
1. Aumenta el autoestima y la confianza.
2. Aumenta la sensación de bienestar.
3. Mejora el humor.
4. Reduce el estrés.
5. Alienta la espiritualidad.
6. Aumenta los sentimientos positivos.
7. Alienta la creatividad.
8. Nos da energía.
9. Evoca emociones.
10. Promueve el apego entre las personas.
11. Aumenta la compresión y la empatía entre las culturas.
12. Obra sanidad.
Beneficios sociales de
cantar
1. Facilita el conocer personas nuevas.
2. Provee un foro para compartir.
3. Reúne a la gente.
4. Ofrece la oportunidad de dar y recibir aliento.
5. Brinda un espacio para divertirse y reírse.
6. Ofrece apoyo.
7. Provee un ambiente seguro donde adquirir nuevas destrezas.
8. Promueve un sentido de comunidad.
Y según un estudio citado por Time Magazine en un artículo de agosto
de 2013, ni siquiera hace
falta cantar bien para obtener estos beneficios. “Cantar en grupo produce una
sensación satisfactoria y terapéutica incluso cuado el sonido que produce el
instrumento vocal es de calidad mediocre”. ¿Quién lo iba a decir? ¡Cantar es
medicina preventiva y curativa para el cuerpo, el alma y el espíritu!
Isaías
54, el pasaje que nos da el tema para este Encuentro, no es exactamente un artículo
sobre los beneficios de cantar, pero abre con estas palabras:
1 Así ha
dicho el Señor:
“¡Regocíjate, mujer estéril, tú que
no dabas a luz!
¡Eleva tu canto y da voces de
júbilo,
tú que nunca estuviste de parto!
¡Más hijos tendrá la desamparada que
la casada!
“¡Regocíjate...eleva
tu canto...da voces de júbilo...!”
Parece algo sencillo, pero el resto
del lenguaje es desconcertante. ¿Qué está pasando aquí en realidad? ¿Por qué
razón esta invitación a cantar viene acompañada de referencias tan extrañas? ¿Quién
es “la mujer estéril”, “la que no daba a luz”, “la que nunca estuvo de parto” y
“la desamparada”?
Consideremos el
contexto histórico del pasaje. En el momento en que Isaías escribe estas
palabras, el pueblo israelita ya no vivía bajo la monarquía unida, como había
sido el caso bajo los reinados de Saúl, David y Salomón. Al morir Salomón, las
diez tribus del norte rehusaron someterse al mandato de su hijo y se
sublevaron. A partir de ese momento, el pueblo hebreo quedó dividido en dos
reinos: Israel en el norte y Judá en el sur.
Además, en la
época de Isaías, los israelitas no sólo eran un pueblo dividido, sino también
un pueblo conquistado. El Reino del Norte había caído bajo el dominio de
Asiria. Después de destruir Samaria, que era la capital del norte, Asiria
invadió el Reino del Sur. Exceptuando Jerusalén, casi toda Judá quedó en
ruinas, pero aún les sobrevendría incluso más infortunio.Tras la conquista
asiria, otra nación, Babilonia, invadió y destruyó lo que quedaba del Reino del
Sur, incluyendo la propia Jerusalén, y se llevaron a una buena parte del pueblo
al exilio.
Por
tanto, “la mujer estéril”, “la que no daba
a luz”, “la que nunca estuvo de parto” y “la desamparada” son metáforas
para referirse a Jerusalén o Sión, la ciudad capital que yace en ruinas y cuyos
hijos e hijas han sido matados o deportados.
De hecho, la Traducción en Lenguaje
Actual (TLA) de Isaías 54:1-2 dice de la siguiente forma:
1 Isaías
dijo: «Jerusalén,
tú que nunca has sido madre
ni has podido tener hijos,
lanza gritos de alegría,
entona alegres canciones,
porque Dios dice:
“Jerusalén, mujer abandonada,
tendrás más hijos que la mujer casada”.
Ahora bien, ¿qué
clase de canto entona un pueblo en el exilio? La respuesta la hallamos en el
Salmo 137, que se identifica en algunas traducciones bíblicas como el “Lamento
de los cautivos”.
1 Junto
a los ríos de Babilonia,
Nos sentábamos a llorar al acordarnos de Sión.
2 Sobre los sauces de la ciudad
colgamos nuestras arpas.
3 Los que nos capturaron, nos pedían que cantáramos.
Nuestros opresores nos pedían estar contentos. Decían:
«¡Canten algunos de sus cánticos de
Sión!»
4 ¿Y
cómo podríamos cantarle al Señor
en un país extranjero?
5 Jerusalén, si acaso llego a olvidarme de ti,
¡que la mano derecha se me tulla!
6 Jerusalén, ¡que la lengua se me pegue al paladar,
si acaso no llego a recordarte
ni te pongo por encima de mis alegrías!
7 Señor,
recuerda lo que decían los edomitas
el día que Jerusalén fue destruida:
«¡Arrásenla, destrúyanla hasta sus
cimientos!»
8 ¡También
tú, Babilonia, serás arrasada!
¡Dichoso el que te dé tu merecido
por todo el mal que nos hiciste!
9 ¡Dichoso el que agarre a tus niños
y los estrelle contra las rocas!
Según
el Salmo 137, el pueblo en el exilio entonaba lamentos, porque estaba afligido
por el duelo. Si cantar es beneficioso y terapeútico, como nos dice ahora la
ciencia, seguramente que este salmo, que es en verdad un grito visceral, un
alarido nacido de lo más profundo de las entrañas, debe haber tenido un efecto catártico,
purificador y sanador para el pueblo cautivo.
¿Han
cantado ustedes alguna vez un lamento como el Salmo 137? ¿Cuándo fue la última
vez que a usted la hirieron tan gravemente, que su expresión quedó reducida a
lágrimas y su lenguaje se redujo a sollozos? ¿Cuándo fue la última vez que a
usted la lastimaron tan profundamente, que su energía quedó reducida al letargo
y su enunciación se redujo al silencio? ¿Cuándo fue la última vez que a usted
la aplastaron tan severamente, que su meditación quedó reducida a una ensarta de maldiciones y su oración se
redujo a un clamor de venganza?
Ese “Lamento de
los cautivos” me hizo recordar el “Lamento borincano”, esa preciosa composición
de Rafael Hernández Marín, que
describe las condiciones de pobreza de los campesinos en Puerto Rico en los años 20, y que toda borincana sabe de memoria.
Y ese “Lamento de
los cautivos” además me hizo recordar el funesto 11 de septiembre de 2001. ¿Recuerdan
el shock, el horror y el miedo tras los ataques terroristas a las Torres
Gemelas? ¿Recuerdan el dolor, el quebrantamiento y el duelo tras la pérdida de tantas víctimas
inocentes? Ciertamente, Estados Unidos como nación, en los últimos 13 años, ha
escrito múltiples lamentos, su propia versión del Salmo 137. A veces lo ha
hecho con oraciones y memoriales, otras, con ataques aéreos y bombardeos, de
modo que no debe escandalizarnos el lenguaje cruel y despiadado del Salmo 137.
Podemos
identificarnos perfectamente, humanamente, con los sentimientos de rabia, la actitud de desaliento y las ansias de
venganza expresados en el Samo 137.
Y sin embargo, en
medio de la desolación del exilio, a pesar del dolor del destierro, sin importar
la angustia de las múltiples pérdidas, de cara al llanto incesante, y frente al
silencio de las arpas enmudecidas. No obstante este tétrico escenario, Dios entra
en escena por medio de la voz del profeta cual rayo de luz que se filtra entre
nubarrones y le dice a su pueblo:
“¡Regocíjate, mujer estéril, tú que
no dabas a luz!
¡Eleva tu canto y da voces de
júbilo,
tú que nunca estuviste de parto!
¡Más hijos tendrá la desamparada que
la casada!
Al pueblo sumido
en el desconsuelo y el desaliento, Dios le ofrece una palabra de consuelo y
aliento. Al pueblo ahogado en la cantaleta de lo imposible, Dios le ofrece la narrativa
de lo posible. Al pueblo silenciado por el amargor de la aflicción, Dios le
ofrece la dulzura de una canción. Al pueblo encerrado en la jaula de la
limitación, Dios le ofrece la soltura de la expansión. Al pueblo apocado por el
freno del temor, Dios le ofrece el ímpetu de la confianza.
Isaías 54 es un
hermoso poema de esperanza que necesitamos escuchar para enfrentar los exilios
de esta vida. Pero además de eso, Isaías 54 es un hermoso poema de esperanza
que necesitamos proclamar asociándonos con Dios en la construcción de un mundo donde
no haya más exilios en esta vida. Isaías 54 es luz entre nubarrones y nos llama
a ser nosotras también luz entre nubarrones.Consideremos las
tres estrofas de la composición, su relación con nuestro tema y su aplicación para
nuestras vidas.
LA PRIMERA ESTROFA
nos invita a alegrarnos:
“¡Regocíjate, mujer estéril, tú que
no dabas a luz!
¡Eleva tu canto y da voces de
júbilo,
tú que nunca estuviste de parto!
¡Más hijos tendrá la desamparada que
la casada!
Usando el
paralelismo que es típico de la poesía hebrea, y el cual vemos plasmado en el
libro de los Salmos, el llamado a alegrarnos se emite con tres verbos distintos
pero sinónimos: “¡Regocíjate...eleva
tu canto...da voces de júbilo...!” Estos mandatos son a su
vez contrastados con tres situaciones desesperantes y desesperanzadoras: “mujer estéril...tú que no dabas a luz...tú
que nunca estuviste de parto...”
Hay una saturación
de imágenes que enfatizan tanto las circunstancias desgarradoras como el futuro
confortador. Y la invitación del poema NO ES a contentarnos con la miseria
presente, sino a regocijarnos con la prosperidad futura: ¡Más hijos tendrá la desamparada que la
casada!
Al leer estas palabras recordamos a
todas las mujeres estériles de la Biblia, incluyendo Sara que se rió tras el
anuncio de Dios y María que se espantó tras la propuesta del ángel, pero todas
ellas descubrieron que “para Dios no hay nada imposible”.
En la vida de las mujeres estériles tropezamos con el Dios fértil que contesta
nuestras oraciones según su santa voluntad y no de acuerdo a nuestros caprichos.
En la vivencia de las mujeres infértiles descubrimos al Dios fecundo que nos encomienda
acoger a las criaturas que su Espíritu engendra, haciendo a un lado nuestros
prejuicios.
Hace poco leí un artículo sobre los
cambios demográficos en Estados Unidos, publicado por HufftingtonPost.com, que
dice mucho a nuestra denominación, donde tenemos iglesias estériles rodeadas de
poblaciones huérfanas.
“La época en que la mayoría de la
población estadounidense era blanca se está acabando. Pero esto no es algo que
el país deba temer, según la galardonada periodista María Hinojosa. En su nueva
serie de televisión, titulada “América en números”, Hinojosa, la mexicana que
presenta y produce el segmento “Latino USA” en la Radio Pública Nacional, analiza
las estadísticas detrás del gran cambio demográfico que, según las proyecciones
del Buró del Censo, convertirá a la gente blanca en minoría para el 2043. Las
proyecciones del Censo publicadas en diciembre de 2012 auguran que la población
no hispana alcanzará un punto máximo de 200 millones en 2024, mientras que la
multiracial se triplicará para el 2060”.
Para
muchas de nosotras, esto ya no es noticia; hace rato sabemos que el “Censo del
2010 muestra un crecimiento cuatro veces mayor en la población hispana que en
la población total de Estados Unidos”. Y
si ustedes creen que esto no tiene nada que ver con la isla, les recuerdo que
“un análisis de los datos más recientes de la oficina del Censo señala un
aumento en el ritmo del éxodo de jóvenes profesionales de Puerto Rico a los
Estados Unidos continentales mientras la economía de la isla continúa
rezagándose”.
Pero
al día siguiente de leer esa nota supe que la Agencia de Misión Presbiteriana cerró
la oficina para Apoyo Congregacional Multicultural tras 14 años de crecimiento misional
y exitosas conferencias, debido a recortes de presupuesto y restructuraciones en
el área de Ministerio Étnico Racial y con las Mujeres.
LA
HISTORIA SE REPITE... ¿Cuántas de ustedes recuerdan el cierre en el 2004 de la
oficina que dirigía Yolanda Hernández? Esa oficina era la sede regional de
Mujeres Presbiterianas en los sínodos del Noreste, Atlántico Sur y Boriquén, pero,
a la vez, era de facto la oficia
nacional de Mujeres Hispanas Latinas Presbitrianas (MHLP). Pues justo cuando Encuentro
(nuestra conferencia nacional) empezaba a caminar y la organización de MHLP
comenzaba a gatear, Presbyterian Women eliminó el personal en los sínodos y de
ese modo barrió con la oficina que apoyaba el trabajo de las mujeres hispanas a
nivel nacional.
Yo
por años fui miembro de la Red Presbiteriana Multicultural y hasta fui
secretaria nacional de esa organización. Participé en tres de sus conferencias
nacionales: Orlando, 2006; San Antonio, 2008; y Chicago, 2010. El movimiento
multicultural apuntaló mi pastorado al darme visión, enfoque, voz, recursos,
colegas y mucho más. De modo que la eliminación de esta oficina y su director
me entristeció, pues representa una pérdida incalculable para la iglesia en
general.
Pero
más allá de la tristeza, el cierre de la oficina de Apoyo Congregacional
Multicultural me llevó a hacerme esta pregunta: Si la Agencia de Misión
Presbiteriana está retirando su inversión del ministerio multicultural A PESAR
DE QUE la diversidad racial y cultural va en aumento y A SABIENDAS DE QUE más
del 90% de la membresía presbiteriana es de raza blanca, entonces, ¿en qué diantres
estamos invirtiendo?
Y
no digo esto porque el movimiento multicultural haya sido perfecto. De hecho,
yo me aparté un poco de él y renuncié al puesto de secretaria tras dos años de
servicio, porque me sentía incómoda con la homofobia solapada dentro de sus
filas. A mí no me cabía en la cabeza—y no me cabe todavía—que un grupo o un movimiento que aboga por la aceptación de la
diversidad y la defiende usando bases bíblicas a la vez discrimine contra un
grupo particular en base a arrastres culturales.
Si
como iglesia no estamos dispuestos a aceptar la diversidad creada por Dios en TODAS
sus manifestaciones, ¿entonces cuál es el evangelio que predicamos? ¿cuál es el
Pentecostés que celebramos? ¿cuál es la unidad que proclamamos? ¿cuál es la
buena nueva que anunciamos?
Además,
¿cómo es posible que la Iglesia Presbiteriana (EUA) que una vez estuvo a la
vanguardia de la educación y la misión ahora malgaste sus escasos y menguantes recursos
en amortizar el coste de su velorio y su entierro? Porque ciertamente, en la
medida en que la iglesia niega la bienvenida a la gente de color, a la gente
prieta, a la gente multiracial, a la gente café con leche como todas nosotras, en
la misma medida la iglesia está cavando su propia tumba.
¿Y
cómo es posible que nuestra denominación cancele ministerios proféticos y despida
a líderes visionarios, mientras duplica programas y recursos para una población
blanca envejeciente y decreciente, y recluta, retiene y promueve a funcionarios
corporativos que tan sólo hacen las veces de sepultureros?
Hermanas amadas, ¿y qué de nosotras
y nuestros ministerios? ¿Estamos gritando de júbilo...ante la posibilidad de
darle la bienvenida a TODOS los hijos e hijas de Dios? ¿Están nuestras
congregaciones y ministerios desolados a causa del costumbrismo, la rigidez y
la intransigencia? ¿Qué vamos a elegir...la esterilidad humana o la fecundidad
divina? ¿la selectividad humana o la diversidad divina?
LA SEGUNDA ESTROFA
nos invita a arriesgarnos:
2 ¡Extiende
el sitio de tu tienda!
¡Alarga las cortinas de tus
aposentos!
¡No te midas!
¡Extiende las cuerdas y refuerza las
estacas!
3 Porque vas
a extenderte
a la derecha y a la izquierda,
y tu descendencia heredará naciones
y habitará las ciudades asoladas.
Una vez más vemos
el uso de la repetición como elemento poético. El llamado a arriesgaros usa
múltiples verbos. En este caso me gusta más la forma en que la Biblia de las Américas traduce el
versículo 2:
“Ensancha
el lugar de tu tienda,
extiende las cortinas de tus moradas,
no
escatimes;
alarga tus cuerdas,
y refuerza tus estacas”.
“ensancha...extiende...no
escatimes...alarga...refuerza ...”
LA IMAGEN DE LA
TIENDA O CARPA es muy bíblica. Nos recuerda la era de los patriarcas nómadas, y
especialmente a Abraham y Sara, a quienes Dios les auguró una descendencia más
numerosa que las estrellas, junto con la promesa de ser bendecidos para ser de
bendición. Nos recuerda nuestra naturaleza transitoria y el llamado a ser
peregrinas en la tierra que Dios nos da. Nos recuerda que debemos ser flexibles
y adaptables, y que debemos aceptar el cambio como parte del crecimiento. Nos
recuerda que la iglesia es gloriosa no por su riqueza ni por su opulencia, sino
porque el Dios que la habita y que acampa en medio de su pueblo se viste de
gloria y esplendor.
Por lo tanto, la invitación
a “extender el sitio de la tienda” no es un permiso para remodelar el templo, ¡ni
un cupón de descuento para Home Depot! Tampoco es un permiso para ir de
compras, ¡ni un cupón de descuento para la liposucción!
Contrario a lo que
predica el popularizado evangelio de la prosperidad, la invitación a “extender
el sitio de tu tienda” no es un pretexto para justificar la avaricia, la acumulación
y la complacencia. La invitación a “extender el sitio de la tienda” es una
iniciativa que nos convoca a mover las paredes de la estrechez mental y a sacrificar
las vacas sagradas de la tradición. La invitación a “extender el sitio de la
tienda” es un plan de acción que nos conduce a preparar lugar para quienes
están afuera y a reorientar nuestra vida en base a sus necesidades. La
invitación a “extender el sitio de la tienda” es una estrategia que nos
conmueve a vivir con la misma “actitud que hubo también en Cristo Jesús”, el
cual “se despojó a sí mismo tomando forma de siervo”.
Pero nuestra
sociedad está muy lejos de esa actitud jesusana (i.e. no cristiana) de entrega desinteresada y servicio
compasivo...
UN EJEMPLO
El miércoles
pasado una nota de BBC World decía que el pánico sobre el ébola se está
esparciendo más rápido que el virus. Y el mismo día leí NPR hacía esta pregunta en un titular: “¿Debemos acaparar barritas de chocolate en
respuesta al ébola?”Y según un experto de Ecobank, el banco panafricano, debemos hacerlo
porque no habrá obreros y subirán los precios. Afortunadamente, la nota de NPR
concluía con estas palabras:
“Para poner todo esto en perspectiva, sin
embargo, consideremos esto:Si el precio del cacao en verdad se dispara, la
gente comerá menos chocolate.Pero cuando el cierre de las fronteras impida que
los trabajadores migrantes lleguen a los campo y envíen sus ingresos a
casa,algunas familias no tedrán nada que comer”.
A la familia mundana sólo le
preocupa que escasee el chocolate a precios módicos. Y a la familia jesusana,
¿qué nos preocupa?
La
cultura dominante, lejos de enseñarnos a invertir y arriesgar POR EL BIEN COMÚN
nos estimula constantemente a consumir y acaparar POR EL BIEN INDIVIDUAL.
OTRO EJEMPLO
A la asociada
ejecutiva del Presbiterio de Chicago, la Rev. Jan Edminston, le encanta
escribir sobre temas de actualidad y religiosos y mantiene un blog que se llama
achurchforstarvingsaints. En una reciente reflexión sobre el cierre de una
congregación, una iglesia que tenía apenas 56 años de fundada, Jan explora
algunas dinámicas que hacen falta para que una iglesia sea saludable y crezca. Ella
concluye la reflexión de esta forma:
“Las congregaciones que crecen dejan de
enfocarse en ‘atraer’ gente. Las iglesias crecientes del siglo 21 despliegan personas
que se adentran en los vecindarios y averiguan qué está sucediendo allá afuera que
le rompe el corazón a Dios.Esta práctica no sólo nos mantiene vivos; nos
mantiene jóvenes.Y más importante aun, nos mantiene fieles”.
De nuevo... La cultura dominante, lejos de enseñarnos a desplegarnos y adentrarnos
POR EL BIEN COMÚN nos estimula constantemente a aislarnos y preservarnos POR EL
BIEN INDIVIDUAL.
Hermanas amadas, ¿y qué de nosotras
y nuestros ministerios? ¿Estamos apostando por la causa de Dios o malgastando en
la nuestra? ¿Nos preocupa aquello que “despedaza el corazón de Dios” o nos
conformamos con remendar el nuestro? ¿Estamos invirtiendo en el futuro de Dios
o redecorando nuestro presente? ¿Estamos extendiendo la tienda o como dicen en
México, cerrando el changarro?
LA ESTROFA TRES
nos invita a confiar:
4 No tengas
miedo, que no serás confundida;
no te avergüences, que no serás
afrentada.
Al contrario, te olvidarás de la
vergüenza de tu juventud,
y no volverás a acordarte de la
afrenta de tu viudez.
5 Tu marido
es tu Creador,
y su nombre es el Señor de los
ejércitos;
tu Redentor es el Santo de Israel,
y su nombre es el Dios de toda la
tierra.
Una vez más las
frases tienen eco. El llamado a confiar se hace con dos imperativos que nos
recuerdan el mensaje de los ángeles en la Biblia: “no tengas miedo...no
te avergüences...”La desesperación del presente queda
retratada en dos pares de palabras: “confundida”
y “afrentada”;“la vergüenza de tu juventud” y “la afrenta de tu viudez”.Y la esperanza del futuro se presenta con dos formas verbales: “te olvidarás” y “no volverás a acordarte”.
Ahora bien, la
posibilidad de confiar no es el producto de nuestra autosuficiencia, sino el
resultado de nuestra dependencia.
5 Tu marido
es tu Creador,
y su nombre es el Señor de los
ejércitos;
tu Redentor es el Santo de Israel,
y su nombre es el Dios de toda la
tierra.
El temor se
disipará y la verguenza cesará porque hemos hecho alianza con el Dios de la vida,
y ese pacto a su vez nos lleva a comprometernos con el mundo haciendo por
nuestros semejantes lo mismo que Dios hace por nosotras. Dios, nuestro “Marido”,
nos llama a desposarnos con los desposeídos; Dios, nuestro Redentor, nos llama
a rescatar a los desterrados.
Hace una semana se
anunció el Premio Nobel de la Paz 2014 que comparten este año dos líderes: Malala
Yousafzai, la joven paquistaní a la que los talibanes dispararon a la cabeza en
2012 por defender la escolarización de las mujeres y las niñas, y Kailash
Satyarthi, un activista indio que desde hace 28 años lidera campañas en contra
de la explotación de los niños y las niñas.
Al
día siguiente del anuncio la Radio Pública Nacional publicó una nota sobre los
esfuerzos de Satyarthi por eliminar los trabajos forzados de la niñez en la
India. Y si ustedes piensan que el trabajo infantil es cosa del pasado en los
países supuestanente desarrollados, permítame que les lea una cita del
artículo:
“Los
sectores principales que emplean niños y niñas son la agricultura y las labores domésticas. Recientemente hallamos que en Estados Unidos hay
niños y niñas que son obligados a trabajar en los campos de tabaco arriesgándose
al envenenamiento de nicotina. Son [inmigrantes] ilegales, así
que no hay ningún recurso legal para ellos”.
No sé que opinen
ustedes sobre el estatus de la inmigración en Estados Unidos y el desgastado y
desatendido llamado a la reforma migratoria. Tampoco sé como estén las cosas en
Puerto Rico en referencia a la inmigración de dominicanos y otros caribeños para
quienes ésta sigue siendo “la Isla del Encanto” en comparación a la miseria de
sus países de origen.
PERO UNA COSA SÍ
SÉ: cuando leo la Biblia veo claramente la hermosa promesa a confiar en la
presencia y la protección de Dios, y oigo fuertemente el desafío colosal a
vivir de manera tal que OTRAS PERSONAS puedan aprender a confiar en la
presencia y la protección de Dios.
Como dijera el Monseñor Oscar
Romero (Homilía del 16 de abril de 1978):“Una
Iglesia que no provoca crisis, un Evangelio que no inquieta, una palabra de
Dios que no levanta roncha (como decimos vulgarmente), una palabra de Dios que
no toca el pecado concreto de la sociedad en que está anunciándose, ¿qué
evangelio es ése?”
Hermanas amadas,
¿y qué de nosotras y de nuestros ministerios? ¿Estamos confiando en las
promesas de Dios y viviendo de forma tal que otras personas puedan confiar? ¿Estamos
desposándonos con los desposeídos o emparentándonos con los enriquecidos? ¿Estamos
acogiendo a los desterrados o arrimándonos a los acomodados?
Una amiga recientemente puso en su
muralla de Facebook un eslogan que me llamó la atención y que encaja con el
tema que nos ocupa. “Un mundo diferente
no puede ser construido por personas indiferentes”.
Qué Dios nos ayude
a ser mujeres diferentes en un mundo indiferente. Qué Dios nos ayude a ser
cristianas diferentes en una iglesia indiferente. Qué Dios nos ayude a ser
pesbiterianas diferentes en una denominación indiferente. Qué Dios nos ayude a
vivir y arriesgar de forma tal que el mundo entero, en vez de vociferar
lamentos pueda gritar de júbilo.
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