Sunday, December 9, 2012

“No hay lugar”


Tres de mis togas clericales en desuso aguardando que halla lugar al menos en un clóset.


“Y dio a luz a su hijo primogénito, 
y lo envolvió en pañales, 
y lo acostó en un pesebre, 
porque no había lugar para ellos en el mesón”.
~ Lucas 2:7 (Reina-Valera 1960)

Tiradas sobre el sofá
descansan hace dos semanas
mis togas ministeriales.

Allí está el alba blanco
que compré tras graduarme del seminario.
Es la prenda básica de la celebración litúrgica.
Nos recuerda el bautismo,
por cuyas aguas todos y todas
hemos sido lavados y enviados.

Allí está la toga negra
que compré al comenzar mis labores pastorales.
Es la prenda básica de los pastores protestantes.
Nos recuerda la docencia,
para cuyo propósito todos y todas
hemos sido instruidos y comisionados.

Allí está la casulla verde
que compré al atreverme a usar mi propia voz.
Es la prenda exterior del sacerdote.
Nos recuerda el yugo de Cristo,
por cuyos méritos todos y todas
hemos sido perdonados y consagrados.

Tiradas sobre el sofá
descansan hace dos semanas
mis togas ministeriales
como un perenne recordatorio
en la antesala de la Navidad
de que, al menos por el momento,
para ellas y para su dueña
no hay lugar.

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