Selena Keesecker (right) and Magdalena co-leading the service. / Selena Keesecker (derecha) y Magdalena codirigiendo el servicio.
By Magdalena I. García
Written for worship at Ravenswood Presbyterian Church, with creative input and energetic leadership from my sister and ministry colleague Selena Keesecker. This liturgy was the culmination of a series of angels introduced during Advent. See the image below for a sample angel figure. You will also need a bowl and small cups for the tears, and the baptismal font.
Introduction
“A voice was heard in Ramah, wailing and loud lamentation, Rachel weeping for her children; she refused to be consoled, because they are no more.”
Matthew 2:18, NRSV
Christmas Eve and Christmas Day have passed,
but we are still basking in the annual display
of unleashed generosity and wishes for peace on earth.
However, like a scorching desert sun or a frigid winter wind,
today’s reading from Matthew hits us and wakes us up
from the stupor of Christmas feasting,
and takes us back to a harsh reality.
We do not live in a generous and peaceful world;
we live in a world where children die and mothers grieve every day.
We live in a world where many don’t know it’s Christmas.
Matthew’s “slaughter of the innocents,”
as the church has called this passage, is an awful text.
If we are completely honest we must admit
that it’s not what we want to hear on Christmas Sunday.
We like readings about angelic songs
of “peace on earth and mercy mild,”
(forgetting that the heavenly heralds inconvenienced the shepherds);
or we prefer narratives about sweet lullabies
where “all is calm, all is bright,”
(forgetting that the baby Jesus was lying in a manger).
Matthew’s “slaughter of the innocents” is a story
we’d rather skip, or at least save for another liturgical day.
But a Christmas that consists only of feasting and caroling
cannot eradicate violence against innocent children, people, and nations.
We do not live in a generous and peaceful world;
we live in a world where innocents die and people grieve every day.
Perhaps at least for a few moments,
we can stop drowning out their cries with carols,
and listen to their silenced voices.
Perhaps at least today we can listen to Rachel,
the great matriarch of Israel and of all God’s children,
weeping and wailing.
Monologue: The Angel of Slaughtered Innocents
I am the angel of slaughtered innocents.
I heard your cry as you went to bed hungry, while many around you wasted food and resources.
I felt the pain of living in abject poverty, being denied adequate housing, basic education, or opportunities for development.
I comforted you when you mourned the loss of another youth who got caught in the crossfire of senseless gun violence.
I protected you when you were denied acceptance or opportunities because of your race, ethnicity, gender, sexual orientation, age, migratory status, or ability.
I watched when you searched for employment and found only temporary work, with low wages, no benefits, and hazardous conditions.
I encouraged you when you saw your loved ones, young and old, mutilated by war, exterminated by genocide, or dying of HIV/AIDS.
I admired you when you resisted the pressure to join a gang, or to give in to ideologies that deny your own humanity and the dignity of other persons.
I applauded you when you decided to denounce conditions and policies that allow some to prosper while others are enslaved.
I rejoiced when you challenged those in power to protect the rights of everyone, because no human being is worthless or illegal.
I am the angel of slaughtered innocents.
I walk with you every day of your life.
Response: A Bowl of Tears
Rachel weeps for her children, and her wailing and loud lamentation
wake us up from the stupor of Christmas feasting.
Rachel weeps for her children, and her wailing and loud lamentation
make us aware of the horrors around us,
and call us to action as God’s people.
Our faith has to give us the strength
to speak out against such horrors,
and rise up against the Herods of our time and say,
“Stop slaughtering our children.”
We invite you to come forward now,
and to name one of Rachel’s children,
as we pour symbolic tears into this common bowl.
You might want to name an innocent victim
of hunger, poverty, gun violence,
discrimination, isolation,
HIV/AIDS, domestic violence, deportation,
or any other dehumanizing or life-threatening condition.
As we pour our wailings into this common bowl,
we notice that all human tears are the same color,
and we remember that we serve
the God who brought the Israelites out of slavery in Egypt
after hearing the cries of God’s people.
Pouring the Tears
- People come forward, name a slaughtered innocent, and pour the tears.
- After all are finished pouring tears, the bowl is carried to the baptismal font and the tears are poured there while saying, “And a voice from heaven was heard saying, ‘This is my Beloved Son, poured out for the sins of the world.’ ”
- Then all join in singing “Heaven is joyfully singing” / El cielo canta alegría.”
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Por Magdalena I. García
Liturgia escrita para el culto bilingüe de la Iglesia Presbiteriana Ravenswood, con aportes creativos y el liderazgo enérgico de mi hermana y colega Selena Keesecker. Esta liturgia fue la culminación de una serie de ángeles presentados durante Adviento. Vean la imagen al pie para una muestra de la figura del ángel. Necesitarán también un tazón y copitas pequeñas para las lágrimas y la pila bautismal.
Introducción
“Se oyó una voz en Ramá, llantos y grandes lamentos.
Era Raquel, que lloraba por sus hijos
y no quería ser consolada porque ya estaban muertos”.
Mateo 2:18, DHH
Ya pasaron la Nochebuena y el Día de Navidad,
pero todavía nos estamos deleitando en el despliegue anual
de generosidad desatada y deseos de paz en la tierra.
Sin embargo, como el sol ardiente del desierto o el viento helado del invierno,
la lectura de Mateo para el día de hoy nos golpea y nos despierta
del estupor de los festejos navideños,
y nos lleva de vuelta a una cruda realidad.
No vivimos en un mundo generoso y pacífico;
Vivimos en un mundo donde los niños mueren y las madres lloran cada día.
Vivimos en un mundo donde muchos no saben que es Navidad.
“La matanza de los inocentes”, que es el título que la iglesia ha dado
a este relato de Mateo, es un pasaje espantoso.
Si somos completamente honestos tenemos que admitir
que no lo que queremos oir el Domingo de Navidad.
Nos gustan las lecturas sobre el cántico angelical
de “al mortal paz en la tierra”
(olvidando que los heraldos celestiamos incomodaron a los pastores),
o preferimos las narrativas sobre canciones de cuna
en las que “todo duerme en derredor,”
(olvidando que el niño Jesús estaba incómodamente acostado en un pesebre).
La historia de Mateo sobre “La matanza de los inocentes” es un relato
que peferiríamos saltarnos, o al menos leerlo en otra ocasión litúrgica.
Pero una Navidad que consista sólo de festejos y villancicos
no puede erradicar la violencia contra niños, pueblos y naciones inocentes.
No vivimos en un mundo generoso y pacífico;
vivimos en un mundo donde inocentes mueren y gente llora cada día.
Quizás al menos por unos momentos,
podemos dejar de ahogar sus gemidos con villancicos,
y escuchar sus voces silenciadas.
Quizás al menos el día de hoy podemos escuchar a Raquel,
la gran matriarca de Israel y de todos los hijos e hijas de Dios,
llorando y gimiendo.
Monólogo
El Ángel de los Inocentes Masacrados
Yo soy el ángel de los inocentes masacrados.
Yo oí tu llanto cuando te acostaste con hambre, mientras que muchos a tu alrededor desperdiciaban comida y recursos.
Yo sentí el dolor de vivir en la extrema pobreza, mientras te negaban vivienda adecuada, educación básica y oportunidades de desarrollo.
Yo te consolé cuando lloraste por haber perdido a otro joven que quedó atrapado en el fuego cruzado de la violencia armada sin sentido.
Yo te protegí cuando te negaron aceptación u oportunidades debido a tu raza, etnicidad, género, orientación sexual, edad, estatus migratorio o habilidad.
Yo vigilé cuando buscaste empleo y sólo hallaste trabajo temporero con paga baja, sin beneficios, y bajo condiciones peligrosas.
Yo te animé cuando viste a tus seres queridos mutilados por la guerra, exterminados por un genocidio o muriendo a causa del VIH/SIDA.
Yo te admiré cuando resististe la presión de unirte a una pandilla, o de rendirte ante ideologías que niegan tu propia humanidad y la dignidad de otras personas.
Y te aplaudí cuando decidiste denunciar las condiciones y políticas que permiten que algunos prosperen mientras que otros están esclavizados.
Yo me regocijé cuando retaste a quienes están en el poder para que protejan los derechos de todos, porque ningún ser humano es despreciable o ilegal.
Yo soy el ángel de los inocentes masacrados.
Yo camino contigo cada día de tu vida.
Respuesta
Un Tazón de Lágrimas
Raquel llora por sus hijos e hijas, y sus gemidos y grandes lamentos
nos despiertan del estupor de los festejos navideños.
Raquel llora por sus hijos e hijas, y sus gemidos y grandes lamentos
nos hacen conscientes de los horrores a nuestro alrededor,
y nos llaman a la acción como pueblo de Dios.
Nuestra fe tiene que darnos la fortaleza
para denunciar esos horrores
y para levantarnos en contra de los Herodes de nuestro tiempo y decir,
“Deja de matar a nuestros hijos”.
Les invitamos a pasar al frente ahora,
y a nombrar a uno de los hijos o hijas de Raquel,
mientras que vertimos lágrimas simbólicas en este tazón común.
Quizás usted quiera nombrar una víctima inocente
del hambre, la pobreza, la violencia callejera,
la discriminación, el aislamiento,
el VIH/SIDA, la violencia doméstica, la deportación,
o cualquier otra condición deshumanizante o que amenaza la vida.
Al vertir nuestros gemidos en este tazón común,
notamos que todas las lágrimas humanas son del mismo color,
y recordamos que confesamos y servimos
al Dios que sacó al pueblo israelita de la esclavitud en Egipto
después de haber escuchado los gemidos de su pueblo.
Vertiendo las Lágrimas
- El pueblo pasa al frente, nombra su inocente masacrado y deposita las lágrimas en el tazón.
- Cuando hayan terminado, se lleva el tazón hasta la pila bautismal y se derrama el agua en la pila diciendo, “Y se oyó una voz del cielo que decía, ‘Éste es mi Hijo Amado, derramado por los pecados del mundo’ ”.
- Entonces se entona el himno “El cielo canta alegría”.
© Magdalena I. García
Addemdum
Heres is the link to a painting that might enhance the liturgy:
https://mikefrost.net/greatest-christmas-painting-time/?fbclid=IwAR3MdaVvFiSSLz0-Aqi4BUzEUGsudl76jskNb2ITlKZ-WWdZnlUuwXZqkdo
Anexo
He aquí un enlace para una pintura que puede realzar la liturgia:
https://mikefrost.net/greatest-christmas-painting-time/?fbclid=IwAR3MdaVvFiSSLz0-Aqi4BUzEUGsudl76jskNb2ITlKZ-WWdZnlUuwXZqkdo